20 marzo 2006

Una tarde bonita

¿Quién de nosotros puede decir que ha hecho de turista en su propia ciudad? Hace unos días me deleitaba escuchando el disco de Cortezias y Cabralidades, (sic) y hubo una frase que me gustó, siempre lo ha hecho, y dice: "No ser ni pobre ni rico, ser clase turista, de paso". Ya que vamos de paso por esta vida, ¿por qué no salir un día y hacer de turista en tu propia ciudad?

Así, el pasado domingo fue especial, no sólo porque una puerta nos detuvo en nuestras mañanitas al santo patrono, sino porque el ensayo fue bueno al mediodía y la tarde fue magnífica realmente para mí.

Después del ensayo de 12 del día en la Soledad, sabía que no quería volver a casa y después venir al centro una vez más; así que decidí que comería cualquier cosa, una torta grasienta de chorizo (pues también aquí deben haber) y una coca. Llevaba mi cámara al cuello y mi guitarra en la espalda. Caminé hasta la central (unas 8 ó 9 cuadras) y me perdí entre los puestos, entre las carnicerías, las cremerías y las refresquerías. Al fin, me cansé de caminar sin sentido por el mercado y me detuve en una refresquería cuyo nombre escapa a mi fugaz memoria. Pedí una torta de milanesa y una coca. (Había chorizo, pero no tenía grasa suficiente, no para lo que mi imaginación ya ha maquinado)

Comí con calma, según mi costumbre. Y luego volví a caminar. Entré por Trujano, y sabía que no quería ir a la Soledad inmediatamente, me enfilé pues hacia el zócalo. Y fui caminando hasta allá, mientras veía los edificios coloniales que forman mi pequeña ciudad que crece como loquita en estos últimos días. Tip, tap, mis zapatos; y la camarita dando tumbos en mi pecho. Decidí hacer una parada en el zócalo. Me senté, tomé unas fotos de cosas que me llamaron la atención, el sol a través de las hojas de los árboles, la fuente encendida, el kiosco. Luego, ya descansado y habiéndome acabado el líquido oscuro y tirado el bote; me dirigí hacia Santo Domingo.

El andador turístico, la calle de M. Alcalá es realmente hermoso. Es un túnel del tiempo donde no ves el pasado, sino la espiral que conjunta todos los "Oaxacas" en un maravillos espectáculo diacrónico. Tomé dos fotos más; entré a un museo y vi una exposición muy interesante sobre migrantes. Me regañaron dos veces por pasar donde se supone que no debía. Seguí caminando cuesta arriba hasta llegar a "La Sangre de Cristo".

No había entrado en toda mi vida oaxaqueña a este templo. En serio, yo no tengo amigos ricos que me inviten, y no había pasado con la suficiente curiosidad y buena suerte de que el templo estuviese abierto. Entré, vi, saqué mi guitarra y le toqué al buen Chucho. Me pareció magnífico, regio, tan bello. Y ya, me salí. No hubo fotos, porque hay cosas que son mejores teniéndolas en el corazón.

Llegué a Santo Domingo. Volví a la capilla del Rosario, el lugar donde pedí por una mujer que me robó alguna vez el corazón; y mi ruego se oyó, pues ahora ella es feliz con alguien más. No sé nada más de ella, no quiero saber más: me basta saber que Dios no la deja para entender que mi lugar nunca fue con ella, pero todo tuvo que pasar. Así es Él y la libertad que nos deja. Fui feliz de estar nuevamente ahí. Oré, la vi y le agradecí lo que ha hecho por mí.

Y seguí hacia la plazoleta del Carmen Alto. Entré al templo. Tampoco había ido ahí. Jajaja, ¿acaso no conozco mi propia ciudad?¡Qué vergüenza! Decidí que era tiempo de una nieve y bajé, ahora por la calle de García Vigil, con rumbo a la Soledad.

Di vuelta en Morelos, seguí derecho hasta llegar al templo de San José. Pero no vi más, preferí admirar el bello panorama de la plaza de la danza (sí, es sarcasmo) recién remodelada. Llegué a las nieves de la Soledad y pedí una de leche quemada. La nuez se había terminado. Me comí mi nieve y llegué justo a tiempo para sentarme en el pretil y esperar a Geraman y los chicos del coro.

Fue una tarde maravillosa. Traté de resumir aquí el recorrido, las emociones, las llevo para publicarlas a quien pregunte. Descubrí que es muy cierto lo que dice Mr. Keating: "cuando crean que ya conocen una cosa, véanla desde un nuevo punto de vista".

Te invito a que recorras la ciudad donde vives, ésa que dices ya conocer... ve con una cámara, y piérdete un rato, ve a donde quieras ir, sin temores, sin prisas. Si necesitas compañía, estoy libre en las tardes después de las seis. Jajaja.

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