05 marzo 2006

Joan Chittister

Hace algunos días les comenté sobre la hermana Joan. Aquí está una traducción libre de uno de sus artículos, correspondiente al 16 de febrero pasado. Para todos aquellos que gusten ver el texto original, pongo el vínculo aquí.

Una advertencia: Cuida tu lenguaje


Historias pequeñas con grandes ramificaciones tienen una forma de escapársenos. Vemos lo que buscamos y entonces, muy seguido, nos perdemos de
algo que venimos a notar meses después, -a veces años- debió ser una señal para nosotros de un serio cambio social, quizá hasta de peligro.


Quizá hemos tenido una de ésas historias esta semana. El encabezado, uno pequeño, estaba bajo la categoría de "otras noticias internacionales", que sólo unos pocos tienen el tiempo o interés de seguir. Tropecé con ella por accidente. Buscando un tema, hallé otro.


En un nivel, era a lo más una historia triste, pero simple: un sacerdote había recibido un disparo en su templo por un chico de 16 años. Eso pasa de cada en cuando: una rectoría es robada; un sacerdote es asaltado; un drogadicto, pasado y andrajoso, dispara a lo que tenga enfrente y hiere a un padre. Casi me salto la historia.


Entonces noté algo diferente. Este sacerdote en particular fue herido en venganza, según se dijo, por la publicación de la ahora infame caricatura del profeta Mahoma impresa alrededor del mundo.


Como resultado, las tensiones aumentan donde sea. Musulmanes y cristianos están discutiendo sobre los editoriales, el significado de lo que ningún lado entiende realmente en el contexto de la cultura del otro.


En otro nivel, sin embargo, la historia tuvo terribles trazas de convertirse en una guerra religiosa.


El padre Fr. Andrea Santoro, un italiano transeferido recientemente a Turquía desde la diócesis de Roma, estaba buscando, según sus cartas, comenzar una nueva fase en su sacerdocio. --fuera de una gran ciudad, de su país, de Occidente. Por cualquier lado, Andrea Santoro era un buen hombre, un buen sacerdote, de los que laboran diariamente con una apertura cálida y gentil.
Pero Fr. Santoro cayó en el fuego cruzado de la política mundial. Resultó ser el único que estaba ahí cuando un chico musulmán, agitado por el creciente clima anti cristiano y anti occidental a su alrededor, entró a la iglsia donde el padre se arrodilló para orar y disparó dos veces, acertando, en el pecho del padre.


El padre del muchacho dijo que éste tenía problemas mentales y estaba viendo un psiquiatra.


Hasta aquí, muy plano. Pero luego noté en el artículo algo que activó una alarma interna y me llevó de vuelta a las Cruzadas.


El cardenal Camilo Ruini, recién cofirmado presidente de la conferencia episcoopal italiana y vicario de la diócesis de Roma, presidiendo el funeral de Santoro, pidió que se abriese la causa de canonización para el misisonero italiano "tan pronto como fuera posible".

Frente a la trágica muerte de tan buen hombre, es entendible, hasta inevitable.

Pero luego, el cardenal dijo algo más: "estoy persuadido", agregó, "que todos los elementos del martirio cristiano están presentes en el sacrificio de Fr. Andrea" Ahí me preocupé.

La esencia del martirio cristiano, definido entre las persecuciones de Nerón (64 d. C.) y el reinado de Decio, no deja lugar a dudas. Mártires fueron todos quienes, frente a las persecusiones oficiales y civiles y la muerte, rechazaron renunciar a la fe, apostatar, retractarse, ofrecer sacrificios a los ídolos o adorar a los emperadores. Fueron asesinados por el estado porqeu no quisieron dejar la religión cristiana para seguir la del estado. No fueron muertos por alguien que resultara ser indebidamente anti cristiano aquéllos días.


Pero, aún así, ¿qué hay de malo con un poco de exageración y modificación de las palabras en un elogio fúnebre? Comunmente, quizás no. Todos sabemos interpretar cuando lo oímos. Así que es algo poético pedir la canonización de Santoro, pero ¿es un problema?

En este caso, en este momento histórico; sería más peligroso de lo que pensamos.


En primer término, Turquí, como cualquier país musulmán fiel al Corán, no ha prohibido el cristianismo. No hay una persecusión oficial de cristianos ahí. Prejuicios, tal vez. Miedo, ciertamente. Pero, ¿oficial? No.

Por el contrario, el Corán pide que los cristianos y judíos sean tratados con respeto y se les permita practicar su fe en paz. De hecho, el 9 de febrero, como signo de relaciones pacíficas y diálogo serio entre musulmanes y cristianos -católicos en este caso particular- el presidente turco Ahmet Necdet Suzer invitó al Papa a hacer una visita oficial a esa nación en noviembre. El Papa ya aceptó.


En segundo lugar, Fr. Santoro no fue víctima de un gobierno asesino porque fuera cristiano. Le disparó un chico perturbado emocionalmente, que está viviendo en un clima de tensas relaciones entre oriente y occidente y, por consiguiente, cristianos y musulmanes.

En tercer lugar, el mundo ya tiene que tratar con un montón de fundamentalistas islámicos mártires de la fe, llamado Jihads, todos ellos condenados casi universalmente por comunidades musulmanas moderadas y dirigentes de todos lados. El mundo no necesita unos cristianos también.


En su última declaración, el cardenal José Saravia Martins, prefecto de la congregación para la causa de los Santos, cuando los reporteros preguntaron sobre los planes para los póximos procedimientos de la canonización, dijo que esperaría a "ver realmente cómo sucedieron las cosas"

Desde donde estoy, no parece ser el momento para elevar la presente situación política al nivel de una guerra religiosa al declara incorrectamente que nuestros muertos son mártires de la fe, como esos fundamentalistas islámicos. Todo lo que necesitamos es comenzar otro siglo de Cruzadas para empezar una competencia de mártires.

Es tiempo de cuidar nuestro lenguaje. Este pequeño y oscuro artículo puede ser la advertencia que necesitamos.

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