16 enero 2011

Domingos...

El día en que más cosas curiosas me pasan es el domingo. Quien viera mi vida a través de un cristal, no se encontraría con mucha acción y aventura a primera vista. Ir a la iglesia por la mañana y ensayar a veces al mediodía con los muchachos para el siguiente domingo (porque todo ahora en el templo que está a la vuelta de mi casa) Volver a mi casa para almorzar y preparar algo de comer. Me divierte cocinar cada fin de semana. Por alguna u otra razón, siempre el domingo tenemos alguien en casa para comer. Por las tardes puedo salir con mi hermano Óscar, o sentarme a oír música, leer o ver una película de las que tengo en el estudio. Tengo domingos bastante rutinarios. Mas dentro de la rutina, las pequeñas cosas que nos van envolviendo nos ayudan a descubrir algo de nosotros que dormía...

Hoy vinieron mis compadres. Mi ahijada de bautizo, Sofía, estuvo todo el día en la casa. Es curioso ver un niño en esta casa; es más interesante aún pensar que a la edad de Sofía -su hija- mis compadres conocieron a Lendy -mi sobrina- que ahora vive de nuevo con nosotros... La rueda de la vida sigue su marcha incesante y prodigiosa. Chofi me dijo que mi comida sabía bien y eso fue un gran halago. ¡Me alegró el día esa niña!

Hace una semana salí con mi hermano y Erika -Khika- Pensamos que juntarnos para practicar algunos cantos y volver a cantarle al señor estaría bien. Pero no llegaron hoy a la hora acordada. Será que simplemente eso de cantar con ellos se terminó cuando dejé JME. (Que por cierto, fue la novena de San José y el problema de comunicarme contigo lo que abrió esta página) Ojalá que volvamos a reunirnos un día, al menos para tocar una misa... por los viejos tiempos: un poco como el concierto en la azotea de The Beatles en el '69.

Hay un sueño extraño que pasó por mi cabeza hace unas semanas. ¿Qué tal si se organizaran comidas cada domingo en mi casa? Algo sencillo. Tener las puertas abiertas para que todos los amigos puedan llegar y unirse a la mesa. Un agradecimiento por la vida, una celebración de la amistad, una alegoría de la mesa que algún día compartiremos en el Cielo. ¿Sería posible? De ser así... lo haré saber para que mi querido lector sea siempre el invitado de honor en esta locura. –Sueños guajiros–

p-.-q