19 junio 2010

Notitas... y otras chunches

Me tiene muy contento que la selección haya ganado hace unos días. Esperé para hacer el comentario, porque de otro modo habría sido simplemente una reacción en la euforia de la victoria. Después de unos días uno puede darse cuenta que el combinado francés no dio el ancho en la cancha: estaban cansados, descorazonados... no había realmente una pequeña chispa de esperanza en sus ojos. Al final, el equipo mexicano hizo su trabajo, se entregó en la cancha y nos dio muestra de lo mucho que se puede hacer si ponemos nuestro corazón en ello. A veces saldrá, a veces no: lo importante es que tenemos mucho porqué celebrar esta vez. 

Decidí que no quería ver más noticieros por un tiempo. Las elecciones están a todo lo que dan y, por primera vez en mucho tiempo, debo decir que no me interesa en lo más mínimo quién gane o quien pierda. Después de un tiempo caí en la cuenta de que todo es un juego de intereses donde la dignidad, honestidad y decencia están en una subasta abierta al mejor postor. No hay duda que dentro de los partidos lo que menos interesa es el pueblo y lo que menos impera es la democracia. Así que iré este cuatro de julio y protestaré cívicamente: yo anularé mi voto. Simplemente nadie merece mi confianza.

Cuando tenga tiempo jugaré un futbolito o un basquetbolito. Extraño los días en que podía decir que sí al plan que fuera. Odio tener que pensar en "a qué hora entro a trabajar mañana" o "tengo que trabajar esta noche en esto o aquello" o "qué día cae, cuáles son los pendientes para ese día"... La vida no es un equilibrio y aunque admito que me divierto en mi chamba la mayor parte del tiempo, extraño la simplicidad de ser maestro. (que me parece simple en tanto entraña sólo aquello que me gusta, que hago con alegría y que vivo con felicidad)

Uno de estos días me sentaré a garabatear una respuesta para: "¿qué es ser maestro?"

Es curioso, pero a últimas fechas he observado que, fuera de Óscar (mi hermano) y Ade (mi coleguilla) no tengo amigos. Tengo cuates, como no... y lo más curioso es que la comunicación más constante es con los hermanos internacionales que conservo gracias a la maravilla loca esa llamada caralibro.

El curso de verano no anda... me siento un poco presionado porque no tenemos alumnos inscritos. El mayor error (creo) fue dar por sentado que todos pasaban, que todos se inscribían. La próxima semana hay que llamar gente, papás sobre todo; ver cómo va todo y esperar en Dios que provea. No me siento cómodo con esta situación -más aún, me perturba la impotencia ante no saber cómo hacer, cómo traer más personas al curso. 

Y finalmente... jaja. La lluvia de la ciudad me ha traído demasiados recuerdos. Será que no tener con quién compartir toda la frescura, la brisa, la intención escondida tras cada gota que me llama con voz tenue... me agobia.

Querido Lector: ¿hay llovizna en tus cielos?

13 junio 2010

Revival

No me puedo quedar sin llegar a los 400, mi querido lector. Si después de eso decido cerrar este blog para abrir otro, o reformarlo nuevamente, o soñar que puedo volver a escribir todos los días, como antaño... no lo sé. Pero no puedo quedarme tan cerca de los 400 y darme por vencido.

Hace unos días estaba recordando a los compañeros que tuve durante mi estancia en Kalamazoo. En mi escritorio he puesto algunas fotos para alegrarme el día laboral (que a últimas fechas anda raro, mortecino, lánguido) De todos los que estuvimos metidos en el ajo por esas fechas he conservado el contacto con muy pocos. De Carlos, sé que está en Kalamazoo estudiando en la WMU. Pablo y Camille siguen juntos: él haciendo lo que puede por quedarse cuanto sea posible en Francia y ella con un trabajo, incorporada a eso que algunos gozan llamando PEA. Inés estaba en España la última vez que supe, pero iría a un internado para Naciones Unidas... o algo parecido. Clara estaba estudiando en Inglaterra. Mali estaba en Ecuador. Belén también en Ecuador, coqueteando con una oportunidad para laburar en la Argentina.

De todos los planes que tenía al llegar aquí, ninguno se ha cumplido. Hoy por hoy sigo en un estado muy peliagudo: porque me han salido cosas de fábula y ahora me encuentro sentado en un sillón con rueditas y un escritorio al lado de la directora, visto camisas mormonas para el trabajo y los papás me llaman "profesor" o "maestro" (hasta "disculpe"... con esta formalidad avasallante que nos cargamos en México) Estoy impávido ante el rumbo que -sin querer- ha tomado mi vida.

Trabajo-Casa-Trabajo-Casa-Cama... Y eso es todos los días. No es que no le encuentre el chiste, mira que aprendo cosas maravillosas cada día. Algunas para el camino más adelante. Otras (las más) para seguir atoreando esta vida un rato más. Soy un principiante que juega a ser administrador de una agencia de viajes disfrazada de escuela. Llegué con ganas de poner algunas cosas en práctica, pero me he dado cuenta de que "perro viejo no aprende truco nuevo" y he decidido ahorrarme los corajes, las rabietas y las luchas para cuando tenga mejores horizontes y espacios más maleables.

Mi destino se desdibuja (o adquiere una forma que me es ajena hasta hoy día) y mi corazón hay días en que se levanta atribulado, cansado, abatido, angustiado -incluso- Pero no claudico. Si algo me enseñó la experiencia final del seminario es que no debo claudicar por tres nubes y dos días malos. A veces es necesario sacrificarse un poco, sufrir algo para encontrar lo que debemos, lo que nos es preciso antes de continuar la jornada. Así, veo toda esta experiencia con ojos de fe. Algo saldrá... y algo vendrá tarde o temprano para mí. Entonces continuaré mi camino.

...

Qué será de nosotros...
Qué nos depara el futuro....
Qué hay de ti, querido lector... ¿dónde andas?

Clara Solano alguna vez me dijo: "crecer es traicionarnos a nosotros mismos poco a poco"
Mi nivel de traición anda alto... más de lo que quisiera.

-.-.-.
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