28 marzo 2012

Framework

Cuando no me gusta el libro de texto que uso, encuentro difícil preparar una clase. Cuando el libro que uso confunde a mis estudiantes, les exige más de lo que debiera, confirmo que no me gusta y más trabajo cuesta planear una clase. Es tan simple como saber que estamos por el camino incorrecto, que el orden de los temas está mal dado y que los conocimientos que los chicos puedan obtener serán limitados por la herramienta que usamos: defectuosa. 

A veces sólo creo que más bien me acomodé a dar clases con la herramienta anterior. Este libro me exige sacar más trucos del baúl porque simplemente adolece de falta de atractivo. Lo veo en el rostro de los chicos, no están contentos de abrir su libro... me pregunto: ¿Antes lo estaban? La respuesta es ¡no! Así que me imagino que algo tiene que ver con mi instalación y mi reticencia al cambio... ¡Habrá que hacer algo! 

En un pensamiento mezquino, puedo decir que sólo necesito esperar agazapado, a fin de cuentas los alumnos lo aprenderán tarde o temprano... pero también sé que en las bases está el éxito o fracaso de los chicos... me preocupa. Me aturde que las personas a cargo que las decisiones hayan tomado una tan retrógrada. (aunque no me sorprende) .-. Espero que se pueda hacer más, espero que venga el personaje para explicarnos el trabajo detrás de este libro... no sé. Cosas así no pasarán, mi razón me lo dice... yo sigo esperando que alguna especie de milagro suceda. Al menos mientras sigo aquí. 

En un pensamiento generoso, puedo ver en esto una oportunidad, un reto... el único detalle es que algo me impide actuar así. ¿Es que mi reto es que aprendan los alumnos o corregir la plana al libro? ¿Ambos? ¿No parece demasiado desgastante? 

Mi decisión de ahora en adelante es preparar clases siguiendo mi estilo e intuiciones, utilizando el libro solamente para llenar ejercicios... los que considere que son relevantes, que le dejarán algo de provecho a mis estudiantes. ¡Qué complicación! ¡Ya me aburrí de escribir sobre esto! ¡Puag!

23 marzo 2012

Mixed Emotions

Tengo una gran expectativa y, sin embargo, estoy en medio de una calma que no puedo explicar, ni comprender. Yo, que siempre analizo lo que me ocurre, que vivo para saber el mundo y conocer la realidad circundante, tengo que esperar y confiar. Como una semilla bajo la tierra, o en el morral, o en el viento... a la espera de despertar y ser lo que ha venido a ser. Pero al verla, uno se piensa que no pasa nada en su interior, hasta impasible se nos antoja. 

Hoy me han dicho que luzco triste, apesadumbrado... yo mismo me saboreo lleno de emociones encontradas. No estoy confuso, como antes, más bien me encuentro al umbral de algo que me ha esperado de vuelta, con una decisión tomada... Soy como la cuerda del arco, tensa, antes de la batalla... Al mismo tiempo, miro a mi familia y mis amigos, sé que los dejaré, que atravesaré una cortina invisible que pondrá incluso enemistad entre ellos y yo... He experimentado mis miedos más intrínsecos: rechazo y fracaso. Hoy sé que ellos me causan temor porque conducen a la soledad, no solitariedad, sino la desolación. Sigo temiendo, pues la desolación de hallarme sin la experiencia de lo extraordinario en mi vida. Miro a la Escuela Pía que ha crecido en mi México en estos tiempos. A veces me gustaría colaborar de inmediato, luego recuerdo que aún no estoy listo, pero que me alistaré... 

Sé quién soy y que debo seguir el camino escolapio para cumplir mi misión personal en este mundo. Me lleno de entusiasmo ante esa posibilidad, el reto delante de mí, la senda por recorrer; Me lleno de reverencia al saber que todo esto no es mío, no lo escogí, sino fui llamado (tal cual los doce que vivieron cerca de Él) Me lleno de tranquilidad de saber que Quien me ha llamado, me sostendrá en esta batalla, sin fallar, aunque yo fallare; Me llena de temor que mis fallos me alejen, me convenzan de que lo mejor es dejar de soñar y abandonar el camino es la mejor opción; Me lleno de inseguridad saber que no sé... el misterio me asombra; Me lleno de alegría porque he descubierto algo que hay dentro mío, en mi centro, que ha puesto Dios mismo desde mi creación; Me lleno de paciencia y Me lleno de impaciencia porque tengo que seguir en este limbo un tiempo más. 

Pido a Dios que me sostenga. Todo lo Espero en Dios que me fortalece. 

19 marzo 2012

Barreras

Post de madrugada... just while everyone sleeps, my partner in this adventure included...

Depués de tanto tiempo, debo reconocer que de vez en cuando me pongo en la situación de abusar más de lo que debería. Me corto completamente de quien soy y caigo en quien también puedo ser. La decisión es mía. A veces por mi propio pesar, otras, para acompañar a quienes están abatidos... Sé que no es la forma correcta y que la vida me reta a algo más: terrible y profundo, embriagador como jamás he podido imaginar... que la fuerza no proviene de mí, como tampoco el llamado; pero que la respuesta a ambos es genuinamente humana, con fallas. Sé que el Señor conmisera este estado, pero también sé que no lo aprueba. Simplemente porque se implica el daño que hago a mi propia existencia, no mía, y acarreo a los demás. De ahí que el Señor no haya planeado eso para nosotros. Y, sin embargo, miles de veces sucumbimos a la ligereza, al desatino, a la decisión por volver a quienes ya no somos, pues hemos sido salvos. El olvido, la culpa, el miedo y la soledad nos llevan a estas decisiones erráticas y dolorosas.

Hemos olvidado que somos parte de algo mucho mayor. En nuestro corazón habita la fuerza que sostiene al hombre más allá de sus capacidades. Algunos lo llaman "espíritu humano", pero no viene del hombre mismo, pues de otro modo la vida sería completamente distinta. Aquello que está en nuestro corazón no es nada menos que el Amor que nos fue dado desde antiguo y más recientemente a través de Jesucristo el Señor. Pero olvidamos ese amor y no nos regimos por él, sino por las pasiones que van y vienen en el inmenso mar de nuestra superficie. Vivimos tan ocupados de los cambios que tenemos, que olvidamos lo inmutable y la causa de nuestra hambre de absoluto. No sabemos quçenes somos y por qué estamos aquí. Así, creemos ser los peores y más indignos seres del planeta, le damos la espalda al amor, al Amor.

La culpa nos carcome el corazón hasta dejarlo seco, inútil, desesperanzado. Ya que hemos hecho tanto daño, ¿quién se interesa en nosotros? De hecho sería mejor reconocer que hemos fracasado, que la vida no está hecha para nosotros y que sería mejor volver a donde era tranquilo, donde no había un alma alerta a la voz que la llamó, al lugar que encadena, pero consuela siempre (hasta que aprendes que ese consuelo sólo te arroja en brazos de un pesar mayor) Y luego, después de pensar que hemos aprendido, nos percatamos que acabamos de caer en aquello que juramos no haríamos más, somos los peores y nos merecemos el olvido de nuestro Señor, el castigo más cruel y peor. Y, asumiendo el lugar de dioses, nos imponemos castigos llenos de rencor contra nuestra humanidad.

El resentimiento, la culpa y el olvido nos conducen a la soledad. Aislados del mundo que es mucho mejor, más digno que nosotros, los seres humanos hemos perdido la verdadera dimensión de la vida. La vida se vive con otros, pues solo no nos quiso ver Dios. Aquí estamos, en este valle de lágrimas. Siemrpe habrá alguien para escuchar y uno que necesite ser escuchado. La apertura es esencial, porque sin ella no seríamos humanos. Al principio duele, cuesta. Uno no está acostumbrado a confiar (a veces ni en Dios) y de pronto comprendemos que la soledad sólo se combate sabiendo que no se está abandonado en el combate. Siempre hay más y más personas dispuestas a arriesgar la vida para la salvación de otros... de un modo u otro, Dios siempre encuentra un instrumento. 

¿Y si no? El miedo y la duda nos poblan desde pequeños. Lo que está bien o mal a veces es lo que menos importa. El problema es que el corazón del hombre siempre alberga una culpa y un miedo. Con ellos, vivirá envenenado para siempre, incapaz de aceptar el Don de Dios y abandonarse a él sin buscar otros refugios, falsos dioses que calman un momento y luego exigen más tributo a cambio de una noche tranquila, una pasión que se cumple, o cualquier otro capricho. 

Todos estos obstáculos están en una superficie. Aunque cuesta llegar a ella, identificarla como lo no esencial es más complejo. Esta capa es quien hemos creído ser toda nuestra vida. Lo que debíamos ser, lo que era aceptable ser, lo que otros esperaban que fuera. No. Así nunca seremos. La definición está en el Sueño de Dios para nosotros los hombres. Ese sueño lo ha transmitido, lo ha anunciado durante mucho, mucho tiempo. Ser felices. En el corazón del hombre yace un intenso deseo de felicidad. Tan cerca y tan lejos, siempre. Es tan simple que no se cree que pueda ser así. Es tan terrible que no se atreve a hacerlo. Aún así, nuestro centro fue puesto ahí por Dios y sólo Él conoce lo que es. 

Desnudos así, ante Dios, podemos ofrecer lo que pensamos, tememos, odiamos, amamos, sentimos, culpamos a otros o a nosotros mismos, desesperamos, dudamos, recordamos, añoramos, descubrimos, soñamos, planeamos, calculamos... El ser humano fue creado a imagen de Dios, que se conoce como nadie: nos conoce como nadie. Lo más intrigante es que nos deja escoger. Ha creado un camino. Mis decisiones me alejan o acercan a Él, pero lo crucial es comprender en lo profundo del corazón que Él me guía y muestra el siguiente paso. No siempre es fácil.

La vida cobra sentido para mí cuando acepto mi propia historia, pero rompo con el acuerdo de vivir en el pasado cuando ya el presente me urge, me exige que tome una decisión y no vuelva atrás. Lo muerto debe permanecer muerto. Dejemos que los muertos entierren a sus muertos. No destruyamos la obra de Dios cuando se trata de nuestra salvación. Que Dios nos acoja e ilumine en esta continua búsqueda hacia Él.

Sólo desde el Amor, la soledad se puebla, la culpa halla misericordia, el olvido no existe para quien nos ha soñado desde siempre y nos ama infinitamente, el resentimiento se torna comprensión y aceptación. El proceso es largo, pero constante. Para quien está atento al lenguaje de Dios, todo se convierte, todo cobra el sentido que tuvo la vida de Cristo, de quien somos discípulos. Para encontra a Dios no necesitas buscar, sino dejarte encontrar: desnudo, alegre y decidido. 

Que Dios nos bendiga. Aumente nuestra Fe, aliente nuestra Esperanza e inflame nuestra Caridad.

...

Sin rendirse

15 marzo 2012

Cardio


Mi madre duerme esta noche en una camilla en la sala de urgencias del hospital. Desde principios de este año, ha estado delicada de salud. La mañana del 17 de enero la ingresamos al hospital a causa de un cuadro de angina de pecho inestable. El electrocardiograma indicaba una serie de anomalías que sugerían la presencia de una obstrucción en sus arterias coronarias. Entre vueltas y recovecos burocráticos, después de pasar por más de dos áreas del hospital (incluida una semana en terapia intensiva) mi madre fue dada de alta. No fue porque mejorara, sino porque el procedimiento que seguía sería en la ciudad de Puebla y no habían autorizado el traslado que se pedía. 

Así, este mes y medio estuvo estable, aunque no bien de salud. Con ánimo para seguir y con ganas para aliviarse, cuidarse... Al ir a Puebla estuvo nerviosa, pero regresó confiada en que Dios le salvaría, la cuidaría. Hoy hemos visto su Poder manifiesto con nosotros una vez más. Aunque debo decir que la visita a Puebla no ayudó mucho que digamos. El antes citado electrocardiograma se ha extraviado. Nada de lo que sufrió mi madre en enero pasado deja huella, cicatriz o prueba de su existencia. Es la palabra de la cardiólogo, que tal parece no sirve de mucho cuando se tiene un monstruo burocrático anquilosado y obsoleto que sirve más para probar la paciencia de un cristiano, que para prestar el servicio para el que fue creado. 

La Dra. Cruz ha tratado todo esto con mucha sabiduría, nos ha expuesto que es complejo el caso, que el procedimiento de cateterismo se vuelve más difícil porque los estudios que nos piden están bloqueados por el mismo ISSSTE. (uno de ellos, sobre todo) Las palabras de la doctora, lejos de desanimarnos, nos tranquilizan. Saber hacia donde vamos y qué pasos siguen en este proceso es alentador. Ver el camino es siempre importante cuando se echa a andar, más si el sendero es nuevo y sinuoso. Sabemos que mi madre y todos nosotros estamos en manos de Dios. 

Me confieso: estaba muy intranquilo hace unas semanas. La impotencia y la confusión ante tantos puntos de vista me alteraron mucho. A pesar de lo conmovedor que fue experimentar el amor que Dios nos tiene en medio de este laberinto. Las muestras de preocupación y de cariño que muchas personas tuvieron para mi madre. La solidaridad de cercanos y lejanos. Las sinceras letras de quienes, desde lejos, nos aseguraban que todo estaría bien, que oraban por nuestra madre y nos recordaban que Dios no abandona a quienes ama. La atención de quienes nos prestaban los servicios de salud (enfermeras, camilleros y médicos)
Hoy me siento tranquilo en medio de esto. Es muy duro. Soy muy cercano a mi madre. Me cuesta trabajo verla en cama, inquieta, preocupada por lo que pueda pasarle. Pido a Dios que fortalezca mi Fe y que renueve mi Esperanza. 

Agradezco a Dios por mi familia, porque estamos juntos, porque Dios nos alimenta y guarda en sus manos. Doy gracias por esta enfermedad que ha sido una prueba para la determinación y el amor que nos tenemos, que nos ha unido como familia y ha puesto todo en perspectiva. le doy gracias por darnos la oportunidad de retribuir en vida a quien tanto nos ha brindado. Cada día es un reto: a la paciencia, a la constancia, a la solicitud, a la alegría, a la esperanza, a la fe, al amor. El Señor nos sostiene en la lucha.