03 abril 2006

Dios prooverá

El reloj sonó con fuerza al lado de mi cabeza, sabía que era hora. El horario me había quitado una hora de sueño, pero aún así estaba bien. Sólo necesitaba un baño y estaría listo, así que me levanté amodorrado y somnoliento a encender el calentador; unos minutos más tarde estaba bajo el agua deliciosa, oliendo un suave aroma saliendo del bote de shampoo. Así, después de vestirme y desayunar unos deliciosos tamales de támala, salí para la capilla de San José.

El camión hizo más tiempo que de costumbre, por eso llegué corriendo. No me había percatado cuántos escalones tengo que subir cada vez; vi a Gerardo degustando unas enchiladas con pollo. (más bien debo decir que vi el hueso del pollo y un poco de chile en el plato) Nos saludamos y luego hablamos un poco de cualquier cosa mientras esperábamos la memela que había pedido.

Me dijo: "¿Qué tienes? Tienes cara de preocupación". "Sí", respondí yo, "me preocupa que ahora sólo vayamos a estar tú y yo; que no llegue nadie más y que las cosas no resulten como debieran. Ya ves ayer, como estuvo el ensayo". Se me quedó viendo con sus ojos negros, movió la cabeza y me dijo: "Tú tranquilo".

Gera tiene una fe muy grande, muy práctica, muy sencilla. Él sabe que Dios nos da, y siempre le dice a Dios: "Tú sabrás cuando, cómo, dónde; pero nos darás lo que merezcamos y necesitemos. Y eso lo sabes Tú mejor que nadie". Siguiendo esa misma convicción, me dijo que todo era un proceso, luego me dio argumentos que calmaron a mi mente inquieta. Aunque a decir verdad fue su serenidad lo que me hizo entender que estaba haciendo algo que no me correspondía, preocuparse y ocuparse por eso es trabajo de Dios.

Tocamos la misa Gera, Cristian, Chivi-Chi, Erika y yo. Tranquilo y sin novedad, unas gotas de colirio en la homilía para mi ojo que no anda bien de nuevo, y listo. Cuando nos fuimos a la salida, Oscar (a quien llamaré "El Mons") me estaba esperando. Nos fuimos a comer carnitas michoacanas, después de disfrutar una nieve en la plazoleta de la Soledad.

Luego de la comida, se antoja un café, con la preciosa tarde oaxaqueña: cielo azul, el sol bañando las altas paredes edificadas cuando los españoles regían el país, la atmósfera clara de una tarde en el zócalo. Nos sentamos en el "Italian coffee" del zócalo. Acompañamos nuestra charla con un moka frappé y un par de Benson & Hedges que se resistieron a morir, para mi fortuna.

Justo a tiempo, el Mons. me dejó en San José. Bajé a la Soledad y saludé a los hermanos que ya habían llegado. La sombra cubría lo suficiente nuestras cabezas del ahora inclemente sol que fenecía lentamente tras los cerros que rodean el valle de Oaxaca. Poco a poco nos fuimos reuniendo y comenzamos a cantar. El padre Aureliano salió y nos dijo que ya había empezado la misa.

En efecto, llegamos a cantar el Señor ten Piedad. Ahora éramos más. No me pregunten cuantos... me acuerdo de: Diego, Juan, Luis, Didacus, Christian, Paulus, Will, Oscar (Han Solo), Iveth, Caro y Xhunashi (las amigositas), Mitzy (felice) Bibi (Chivi-chivi) Gerakim Skywalker y Yo.

Después de misa nos fueron a traer para una levantada de cruz. Gera y yo pensamos que sólo unos pocos iríamos. El Señor tiene caminos distintos a los del hombre y tenía que darme un jalón de orejas. Así que contrario a lo establecido en mi inútil cabezota, fuimos 12 los apuntados a ir a cantar.

La experiencia fue interesante. Una colonia sencilla, una cruz simple y cobijada por unas láminas. La gente humilde, acompañando a la familia, dejando lo que poseen, sus personas. Amables y atentos para los recién llegados. considerados para aquellos que habíanse pasado con el alcohol, devota mientras se desgranaban las avesmarías...

Cantamos, reímos, bailamos, gritamos, dejamos que la noche nos envolviera y que se desarrollaran pequeños lazos entre nosotros mientras la luna menguante nos vigilaba desde el alto cielo. Esto es un proceso y ahora lo entiendo. El Señor tiene sus tiempos y caminos, ¿quiénes somos nosotros para desconfiar, para dejar de esperar en Él?

Doy gracias a Dios por esta nueva oportunidad. Que sea Él quien reine enmedio de nosotros y que vivamos conforme a su palabra. Que cantemos y sirvamos con Cristo en el corazón.

Imperatur... Christo

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