24 febrero 2007

Adiós del Guerrero

Un guerrero ha sido llevado al Valhala. Esta noche las gaitas lloran porque río abajo una pira arde y el cuerpo muerto de un sueño se pierde en la noche entre el humo y el crepitar de las llamas. ¿Quién era? ¿Qué hizo? Quienes lo conocieron lo saben y lo contarán a las próximas generaciones porque dentro de sus corazones no ha muerto. Hoy cierra los ojos para no volver a abrirlos, pero queda con los oídos listos para quien vaya a él en busca de consejo. La respuesta del guerrero se podrá escuchar en el rumor del silencio, en el correr del viento entre las ramas de los árboles del bosque que lo vio caer, en el canto del río que ahora bebe su dolor y su muerte –y que antes alimentó su vida y su pasión– y en las historias que cuenten sobre él algunos de sus antiguos camaradas.

Sí, llora pequeña gaita, que la flauta acompañe con su sonoro y triste lamento, que los cielos se vistan de gris y las nubes se arremolinen para oscurecer por un momento el firmamento, que la luna mengue y se enrojezca porque hoy ha muerto un grande. Sólo quienes lo conocieron saben quién es.

Ya vendrá el tiempo en el que los Dioses se apiaden de él. Hoy las valquirias lo conducen hasta los pies del clemente Odín, señor de todos. Nuestros sueños están condenados a morir en los brazos de nuestras lágrimas, mientras que la realidad sigue su curso, indiferente. Esta noche no hay otro camino, porque después del duelo el río no tendrá las mismas aguas, ni el bosque sonará igual, ni el silencio se vaciará con las mismas palabras no-dichas. Con cada guerrero que cae nada vuelve a ser lo mismo aquí.

No dormiremos, no descansaremos, diremos nuestras súplicas y lloraremos al margen del río, los guerreros merecen nuestra vela, nuestro ayuno y nuestro dolor. La ira vendrá para vengar a quienes fueron traicionados por los amados, que Odín se apiade de sus espíritus, porque sus cuerpos no serán honrados. Las antorchas en lo alto lo proclaman, nuestras voces que cantan bendiciones y lamentos lo atestiguan y nuestros corazones rebosantes de ausencia ya lo han comprendido.

Esta es la noche en que todo termina. Esta noche amarga donde la copa se vacía hasta las heces porque no hay mañana. Esta noche de muerte y dolor para que mañana tengamos vida y alegría. La oscuridad nos rodea y parecemos sin esperanza. ¡Ilusos los que nos ven vencidos! ¡No nos saben ni conocen! Por todos los que viven en lo alto del Valhala, nuestra amargura, muerte, dolor y oscuridad no serán vanas. Viviremos lo suficiente para contar nuestra historia completa. Esta es la noche en que todo renace.

Porque nacer es un dolor que la vida recompensa… Por los dioses, por los presentes, por los ausentes, por quienes quedaron en el camino, por los que seguimos aquí y los que nos iremos pronto. Esta noche, es La Noche.

3 comentarios:

  1. ¿Luchas internas?
    Bueno mientras hablemos en halavabiano todo está aún bien.

    Saludos y besos gripientos!

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  2. Gran escrito hermano y mira que comprendo bastante bien tus letras...

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  3. Hay cosas que uno no puede cambiar... ante eso no puédese luchar, amiga BoOp. Pero sí sé que cuando hemos sido abatidos en el campo, hay que conservar el aliento y volvernos a levantar. Un guerrero ha muerto, no es todo el ejército.

    Gracias por el comentario, Abuelito. Algún día te contaré con calma cada letra para que termines de comprenderlas, porque amigos como tú merecen cada coma y acento.

    Un abrazo fraterno

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