05 junio 2006

Hogar

¡Puf!, ¡qué día! Definitivamente hoy fue un día memorable por muchas cosas. Oscar debutó en el coro, Adelina se confirmó junto a otros 299 chavos. (!!) la mesa de la casa se tornó en lugar de encuentro y refugio para quienes llegamos a ella.

Después de un corto tiempo de conocimiento del grupo, Oscar entró a Jesús milagro y esperanza. En la misa de 12 tuvimos algunos pequeños percances con la cuestión instrumental, nada que al final no se pudiera resolver. Aprendí que aún no estoy listo, que debo ponerme "trucha", como se dice en el mar :). En mi humilde opinión Mons. Oscar lo hizo bien, es cuestión de seguir ensayando y echándole ganas... poco a poco llegamos, esto es un proceso.

Mención aparte merece la misa de 7. En primer término, la oración antes de la misa: me agradó hacer eso, podernos preparar un poquito más al misterio que vamos a celebrar. Luego, que el Espíritu fluyera y compensara nuestra imperfección humana. El gusto por hacer las cosas, por alabar a Dios. El tema después de misa y la disposición de los hermanos para trabajar, para escuchar, para discutir, para crecer y compartir el amor de Dios. Llamamos a Dios para que se quede con nosotros.

A nuestra bienamada Adelina "avizadicta" le quitaron el chamuco. Así como lo leen, la mujer se nos confirmó este mediodía en una catedral atestada de gente y otros entes similares :). A Dios gracias estaba preparada y lo afrontó con mucha madurez. La vimos contenta... todos sabemos por quién (je, je, je) y es que su novio la acompañó felizmente en el acontecimiento. Bueno, que esto ya parece nota de sociales. La cosa es que te felicitamos, amiga Ade.

Y como dije arriba: la mesa se volvió punto de encuentro. Por un lado, Antonio y yo tuvimos un pequeño ágape en la tarde. Hubo mesa llena, porque mis padres y yo somos los únicos que nos sentamos y siempre sobra una silla, gracias al buen Toño. Ya por la noche, después de ir a dejar a Caro, invité a Oscar a comer un poco de carnitas que había en la casa. Las carnitas se volvieron tamales también: mi madre nos obsequió con unos picosillos tamales de rajas. En ambos momentos, hubo un punto de encuentro, de charla.

En nuestra cultura, la mesa significa también el intercambio y compartir de ideas, sentimientos... Cuando decimos ven a comer, indicamos también que queremos participar de la palabra y el pensamiento del otro. Crecemos mientras dejamos fluir al λογός y comenzar a aprender unos de otros. En el ir y venir del lenguaje está la edificación del ser humano. Entonces es cuando cumple su objetivo original, el de unir a los seres humanos. Y también convierte nuestra casa en un hogar, el sitio acogedor donde todos pueden encontrar refugio y libertad.

Hoy me doy cuenta de que nuestra casa se ha ido conviertiendo poco a poco en un hogar, un sitio donde puedes llegar y sentir la confianza de ser tú mismo. Por eso, amig@, cuando quieras: mi casa es tu casa.


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