23 enero 2006

A dormir

A punto de ir a dormir, dejando que todo lo que he vivido en este día se vaya asentando en este coloide intempestivo que llamamos "día", encontré estas líneas, escritas un 2 de octubre de 2002, mientras cursaba el noviciado, que te comparto:



AJPM


El Silencio, difícil de lograr.



"En la casa obsérvese el silencio, con el cual se aprende a orar"


San José de Calasanz



Cuán difícil resulta muchas veces el lograr un real y adecuado silencio en nuestra vida cotidiana. Hablo no sólo del silencio exterior (básico para muchas cosas) sino también - y sobre todo- del interno.



Al ir avanzando en este caminar hacia Dios, que es la vida religiosa, se nos va haciendo mayor la necesidad del silencio interno para seguir la voz del Espíritu que nos guía siempre hacia la Voluntad del Padre.



Las distintas distracciones a las que somos muy propensos, dada la cuestión apostólica que vivimos como parte importante de nuestra vocación, nos hacen presa fácil de la dispersión espiritual; ésto a la larga reblandece las bases de la estructura del seguimiento auténtico de Cristo, y nos hace paupérrimos con relación al real tesoro que contiene la vida religiosa.



A veces, las mismas actitudes interiores nos distraen y, aunque las condiciones exteriores se den para un encuentro íntimo con Jesucristo, nos vemos asaltados por la gran cantidad de ruido interno. Además, la limpieza del corazón tiene mucho que ver. Mientras menos seamos nosotros y dejemos a Dios Ser mas en nosotros, Él habitará en nosotros (Jn, 1,14) y haremos mansión con Él (Jn. 14, 23)



Si logramos descubrir la importancia del silencio, tenemos medio camino hacia un más profundo encuentro con Dios. El silencio nos lleva a la plenitud de la oración.



Así pues, hemos de apreciar el silencio hasta coincidir con la Sabiduría:



Un profundo silencio lo envolvía todo


y la noche avanzaba en su carrera,


cuando Tu Omnipotente Palabra


bajó de los altos cielos a la tierra.


Sab. 18, 14-16



Zaguán, puerta, dintel, umbral del cielo. El Silencio es el quicio para ir a la Gloria.



Cosas que escribe uno, ¿verdad?

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