Es de noche, estoy frente a esta pantalla muda y fría. Prendo un cigarrillo y dejo que la mente se quede lo más quieta posible. El humo va invadiendo mis entrañas y el cerebro se me queda estático, como en "stand by". ¿Has visto al huevo Confi?, pues muy parecido, sólo que con menos blancura y más pelo. Yo no sé porqué dicen que los escritores que fuman encuentran así su inspiración.
Hablando de fumar, alguna vez alguien me preguntó ¿y cómo es que empezaste a fumar? Mi respuesta fue escueta en ese momento. No sé bien porqué... pero en fin. Ahora me puse a pensar en ello. Nadie me dijo: "fuma", o "ven, échate un cigarro". No, conmigo la cosa fue distinta. Estaba en Celaya, cursando mi prenoviciado y un día pasé por una tienda, compré una cajetilla de cigarros. La verdad es que lo primero que fumé fue un malboro... la experiencia no fue grata. Tal vez por eso mi resistencia a esa marca. Luego, comentando con un hermano escuché de los B&H. Y yo me dije: "todo está dicho" Jajaja.
Fui a la misma tiendita (un oxxo más bien) y compré mis benson. El color lo escogí porque me gusta el dorado. Al llegar a mi celda, abrí la ventana, me puse a ver la oscuridad reinante (qué paradójico, ¿no?) y luego prendí mi cigarro. El primer golpe le hizo honor al nombrecito. Aquel sabor fuerte, que se quedaba prendido del paladar y duraba... duraba. Con el humo no supe bien qué hacer. Sabía que debía salir: casi por accidente salió por la nariz. Entonces vino aquella sensación de inconciencia, de aletargamiento.
Y así, cada noche me fumaba un cigarrillo. Luego nos fuimos juntando algunos a fumar en la azotea. Después era guitarra y cigarrillos. Al final eran añoranzas de Oaxaca y dejar que el humo se fuera al etereo espacio, vanamente esperando que llegara hasta la mujer que aún nos robaba el aliento. Y es que a fin de cuentas, cada luna llena en el tiempo de fumar estaba ella. Y por eso seguía fumando... era algo placentero.
Hoy ya no fumo con tanta asiduidad. Pero cuando lo hago sigue habiendo esa especie de momento reservado. A menos que lo haga por compulsion, entonces reconozco que vulgarizo al cigarrillo. Para mí, el fumar sigue siendo un acto simple, pero complejo a la vez. Y sigo fumando Benson porque me duran más, porque me dejan ese sabor "póstumo" que me deleita, porque son de color dorado en la cajetilla, porque sus sabores y el humo denso me siguen transportando más allá de lo que la distancia puede remediar.
Así fue, sí, como comencé a fumar. Sé todas las complicaciones y lo malo que es. Estoy conciente de que debo dejar de hacerlo por mi bien. Y también sé que lo haré cuando la vida me lleve a hacerlo, cuando crea que fue suficiente nicotina en mi vida. Mientras tanto, el que quiera regalarme cigarros ya sabe de cuáles. Y cuando se animen y salgamos a tomar un café, llevaremos esos pitillos largos... que hoy al menos me dieron algo de qué hablar.
Hablando de fumar, alguna vez alguien me preguntó ¿y cómo es que empezaste a fumar? Mi respuesta fue escueta en ese momento. No sé bien porqué... pero en fin. Ahora me puse a pensar en ello. Nadie me dijo: "fuma", o "ven, échate un cigarro". No, conmigo la cosa fue distinta. Estaba en Celaya, cursando mi prenoviciado y un día pasé por una tienda, compré una cajetilla de cigarros. La verdad es que lo primero que fumé fue un malboro... la experiencia no fue grata. Tal vez por eso mi resistencia a esa marca. Luego, comentando con un hermano escuché de los B&H. Y yo me dije: "todo está dicho" Jajaja.
Fui a la misma tiendita (un oxxo más bien) y compré mis benson. El color lo escogí porque me gusta el dorado. Al llegar a mi celda, abrí la ventana, me puse a ver la oscuridad reinante (qué paradójico, ¿no?) y luego prendí mi cigarro. El primer golpe le hizo honor al nombrecito. Aquel sabor fuerte, que se quedaba prendido del paladar y duraba... duraba. Con el humo no supe bien qué hacer. Sabía que debía salir: casi por accidente salió por la nariz. Entonces vino aquella sensación de inconciencia, de aletargamiento.
Y así, cada noche me fumaba un cigarrillo. Luego nos fuimos juntando algunos a fumar en la azotea. Después era guitarra y cigarrillos. Al final eran añoranzas de Oaxaca y dejar que el humo se fuera al etereo espacio, vanamente esperando que llegara hasta la mujer que aún nos robaba el aliento. Y es que a fin de cuentas, cada luna llena en el tiempo de fumar estaba ella. Y por eso seguía fumando... era algo placentero.
Hoy ya no fumo con tanta asiduidad. Pero cuando lo hago sigue habiendo esa especie de momento reservado. A menos que lo haga por compulsion, entonces reconozco que vulgarizo al cigarrillo. Para mí, el fumar sigue siendo un acto simple, pero complejo a la vez. Y sigo fumando Benson porque me duran más, porque me dejan ese sabor "póstumo" que me deleita, porque son de color dorado en la cajetilla, porque sus sabores y el humo denso me siguen transportando más allá de lo que la distancia puede remediar.
Así fue, sí, como comencé a fumar. Sé todas las complicaciones y lo malo que es. Estoy conciente de que debo dejar de hacerlo por mi bien. Y también sé que lo haré cuando la vida me lleve a hacerlo, cuando crea que fue suficiente nicotina en mi vida. Mientras tanto, el que quiera regalarme cigarros ya sabe de cuáles. Y cuando se animen y salgamos a tomar un café, llevaremos esos pitillos largos... que hoy al menos me dieron algo de qué hablar.
:O
ResponderBorrarNo habia pensado asi sobre el cigarro. Mis historia es un poco diferente, yo empezé a fumar a los 13 años, un tio me dijo: Orale León, fumate este cigarro como lo hacen los Mijangos (FAMILIA DE MI MAMÁ). Y pues de ahi empezé a fumar y no he parado. Ahora tengo 23 y "El humo sigue, sigue.."
Buena publicación Otto.
Nos estamos viendo.