En los últimos días he visto las noticias mientras ceno. La guerra entre Líbano e Israel ocupa mucho del espacio del programa. Hay dos cosas que "me brincan" mucho con las "noticias" que transmiten. Primero, el grado de amarillismo que se maneja en la televisión de nuestros días. Nos quedamos con el morbo de una historia truculenta y no se nos instruye en los hechos detrás de esta absurda guerra. Y segundo, el mexicano promedio puede saber lo que sucede en Líbano o la Conchinchina; pero no sabe absolutamente nada de lo que pasa en su propio país.
El amarillismo es terrible. Particularmente, encuentro desagradable escuchar los gritos de dolor de una mujer que jamás conoceré, por hombres que nunca conocí y no conoceré porque ahora yacen muertos a casuda de una bomba o un misil. No digo que no me importe, sino que trato de analizar por qué nos someten a semejantes espectáculos. Ahora resulta que las noticias son los nueve infiernos sin el Dante. Me decepciona que lo único que podamos ver en nuestra caja idiota sea eso. Como si el mundo se redujera a mexicanos que vuelven de la zona en conflicto, árabes y judíos que lloran a sus muertos en el universal lenguaje del alarido desgarrador, amenazas y más sangre regada por doquier.
¿Hasta donde es esto información? ¿Acaso no es más cercano al morbo condenable? ¿Es loable sostener una cámara frente al dolor de otro ser humano y no hacer nada más? ¿Qué busco cuando me ufano en ser el único medio en presenciar tal o cuál drama? Y lo peor es que la audiencia se traga todo esto como píldoras para la impotencia. No somos capaces de ver más allá porque nos hemos acostumbrado a encontrar a la caja idiota como el mejor instrumento de información. Pero, si la información es el conocimiento de algo, ¿qué conocimiento nos ofrece una imagen amarillista que explota el dolor ajeno?
Ahora bien, hablando de esta corriente amarillista, resulta peculiar que podamos saber todos los dolores del mundo. Este es un mundo globalizado en el que "el dolor de mi vecino" ya no es suficiente, debo conocer más. Estamos enfermos. Ah, pero cuando se trata de una historia con trasfondo, que va más allá de dos o tres madrazos, sangre y violencia estúpida, entonces no es noticia. Es más fácil ver en la televisión tragedias en Siberia, que el drama diario de nuestros pueblos en zozobra ante la situación precaria en la que viven.
Lo digo simplemente por los casos nacionales que la televisión ha mostrado sólo cuando alcanzan sus puntos más álgidos. Es decir, cuando hay un conflicto y algo "fuerte" que mostrar. Pero la historia detrás de todo movimiento permanece oculta. Los procesos, las circunstancias no venden. Lo que vende es una corretiza, cristales estrellados, balas, gritos, cualquier comparación con un filme de Tarantino ¡queda corta!
Un ejemplo claro lo vemos en el caso de Oaxaca. Publicaron un cacho del "desalojo", luego se acabó. Quieren muertos para hacernos caso. Ahí están Guerrero y Tabasco que cumplen con la cuota y siguen en las noticias. Es fácil decir que una mujer perdió el empleo, pero: "¿por qué?" es una pregunta que sus cerebros de almendra no alcanzan a comprender. No hacen caso del contexto, sólo toman la sangre, la meten en una cámara y la muestran como un niño que baila con el pajarito que ha matado.
Tenemos unas noticias deshumanizadas. Es lamentable. Lo peor es que la audiencia misma sigue contribuyendo a este maldito círculo. Porque seguimos consumiendo la misma porquería noche tras noche, quizás esperanzados en que haya algo mejor. Pero no, día tras día, la misma bazofia. Y ¿sabes qué es lo peor? Que tengo que seguirlo haciendo, porque si no, me quedo sin cenar :) jajajaja (Es broma)
El amarillismo es terrible. Particularmente, encuentro desagradable escuchar los gritos de dolor de una mujer que jamás conoceré, por hombres que nunca conocí y no conoceré porque ahora yacen muertos a casuda de una bomba o un misil. No digo que no me importe, sino que trato de analizar por qué nos someten a semejantes espectáculos. Ahora resulta que las noticias son los nueve infiernos sin el Dante. Me decepciona que lo único que podamos ver en nuestra caja idiota sea eso. Como si el mundo se redujera a mexicanos que vuelven de la zona en conflicto, árabes y judíos que lloran a sus muertos en el universal lenguaje del alarido desgarrador, amenazas y más sangre regada por doquier.
¿Hasta donde es esto información? ¿Acaso no es más cercano al morbo condenable? ¿Es loable sostener una cámara frente al dolor de otro ser humano y no hacer nada más? ¿Qué busco cuando me ufano en ser el único medio en presenciar tal o cuál drama? Y lo peor es que la audiencia se traga todo esto como píldoras para la impotencia. No somos capaces de ver más allá porque nos hemos acostumbrado a encontrar a la caja idiota como el mejor instrumento de información. Pero, si la información es el conocimiento de algo, ¿qué conocimiento nos ofrece una imagen amarillista que explota el dolor ajeno?
Ahora bien, hablando de esta corriente amarillista, resulta peculiar que podamos saber todos los dolores del mundo. Este es un mundo globalizado en el que "el dolor de mi vecino" ya no es suficiente, debo conocer más. Estamos enfermos. Ah, pero cuando se trata de una historia con trasfondo, que va más allá de dos o tres madrazos, sangre y violencia estúpida, entonces no es noticia. Es más fácil ver en la televisión tragedias en Siberia, que el drama diario de nuestros pueblos en zozobra ante la situación precaria en la que viven.
Lo digo simplemente por los casos nacionales que la televisión ha mostrado sólo cuando alcanzan sus puntos más álgidos. Es decir, cuando hay un conflicto y algo "fuerte" que mostrar. Pero la historia detrás de todo movimiento permanece oculta. Los procesos, las circunstancias no venden. Lo que vende es una corretiza, cristales estrellados, balas, gritos, cualquier comparación con un filme de Tarantino ¡queda corta!
Un ejemplo claro lo vemos en el caso de Oaxaca. Publicaron un cacho del "desalojo", luego se acabó. Quieren muertos para hacernos caso. Ahí están Guerrero y Tabasco que cumplen con la cuota y siguen en las noticias. Es fácil decir que una mujer perdió el empleo, pero: "¿por qué?" es una pregunta que sus cerebros de almendra no alcanzan a comprender. No hacen caso del contexto, sólo toman la sangre, la meten en una cámara y la muestran como un niño que baila con el pajarito que ha matado.
Tenemos unas noticias deshumanizadas. Es lamentable. Lo peor es que la audiencia misma sigue contribuyendo a este maldito círculo. Porque seguimos consumiendo la misma porquería noche tras noche, quizás esperanzados en que haya algo mejor. Pero no, día tras día, la misma bazofia. Y ¿sabes qué es lo peor? Que tengo que seguirlo haciendo, porque si no, me quedo sin cenar :) jajajaja (Es broma)
Amiga Cancún... :) ahora sí eres de chocolatix y te fuiste a dar un baño de chocolate extra. Cuando vuelvas sé que estarás aun más hermosa; como un fénix :)
ResponderBorrarTe quiero más de lo que te puedes imaginar