23 julio 2006

De Getsemaní a Jesús, milagro y esperanza

Gracias a la vida
que me ha dado tanto
me ha dado la marcha de mis pies cansados
con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.

Cuando los chicos de Getsemaní decidieron hacer el rito de despedida para mí, aquella tarde del último domingo que pasé en México D.F. como Escolapio, el último canto fue "Alma misionera". Es un canto apoteótico, el joven que desea entregar la vida completa para el Reino, para llevar a Jesús a donde más se le necesite. Dejar que Chucho haga diferencia por su medio. A la mitad de la canción (o canto) Carlos, el líder del grupo me dijo: "este canto es para que te acompañe en tu próxima misión". Yo sonreí, muchos sueños pasaron por mi mente... ¡todos! Menos el que Dios me tenía reservado aquí en mi tierra: Oaxaca.

Tomé mi maleta y volví a recorrer el polvo de ciertos caminos ya conocidos. Luego acabé en un paraje que yo mismo no había planedo, aunque sí temido bastante. Estaba lejos del Señor y, a pesar de saber que necesitaba volver, no me atrevía a tocar la puerta. En mi mente cruzaron dos o tres ideas, pero ninguna cuajó. Fue entonces cuando una amiga me dijo que su novio tocaba en un grupo juvenil cristiano. Decidí entrar y me informé.

El primer día sólo conocí a Gera, pero me llevé la agradable sorpresa de que algunos compañeros de la preparatoria tocaban ahí. Fue muy lindo volver a verlos. Mi primer ensayo fue tocar una misa, lo recuerdo porque no sabía casi ninguno de los cantos... traté de seguir a Gera y encontré que había mucho por aprender y el camino apenas comenzaba.

Poco a poco el grupo fue cambiando, Dios nos quebró como humilde vasija que somos (o más bien nosotros nos quisimos precipitar al fondo... no sé) Y el Alfarero nos ha modelado con paciencia una vez más... nos sigue retocando en su torno y horno. Hay ahora más muchachos, pero no somos suficientes para lo que el Señor pide de nosotros. Sabemos que él prooverá, así que no nos preocupamos... sino nos ocupamos.

Hoy volví a hacer sonar mi poca voz con ese canto: "Alma misionera". -"para tu siguiente misión"- me dijeron. Sí, hoy sé que éste es mi hogar, aquí estoy bien porque Dios sonríe cuando gritamos "¡¡Cristo!!" y levantamos el brazo izquierdo. Nuestras espadas espirituales refulgen al Sol Divino que nos alumbra con su luz y nos guia por sus caminos.

Entre aquélla tarde plomiza en Tlalcoligia y la tarde-noche de hoy en la Soledad han habido muchos surcos que arar y semillas que arrojar... Mucho el camino recorrido y el dolor que se ha soportado. Pero hoy, sostenido por nada más que Dios enmedio del grupo, estoy cansado y pleno, satisfecho. Soy feliz.

Sólo pensaba algo mientras caminaba de la iglesia (porque lo que vivi hoy fue iglesia) para mi casa: "¡cómo me gustaría compartirlo con alguien a mi lado!". Mas el Señor conoce mejor que nadie sus caminos... Él prooverá también eso, si de verdad es necesario para mi vida.

Un pequeño fragmento del canto "Alma misionera"

Señor, toma mi vida nueva
antes de que la espera
desgaste años en mí
[...]
Tendré mis manos sin cansancio
tu historia entre mis labios
mi fuerza en la oración

Llévamo donde los hombres
necesiten tus palabras, necesiten mis ganas de vivir
donde falte la esperanza, donde todo sea triste
simplemente por no saber de ti

1 comentario:

  1. Mi estimado y finísimo amigo!!!
    comparto contigo el sentimiento, sabes que hemos trabajao... bueno, yo doy gracias a Dios que llegaste al grupo, porque yo no podría trabajar solo y definitivamente hubiera acabado en otro coro y de plano sin rumbo dentro de la iglesia.
    Todo el trabajo que estamos empezando a hacer con el grupo es practicamente nuevo para mí. PEro es algo asi como que "Yo no era profeta, ni hijo de profeta...pero el señor me mandó" y aquí estoy, la neta con miedo. Gracias carnal por estar y dejarme ayudar.

    ResponderBorrar