26 noviembre 2006

Discovery II

He estado revisando mis escritos de tiempos del seminario. Esta noche me encontré con ciertos escritos casuales y con historias de mi propia historia. Versiones de mi propia existencia en dos diferentes puntos de mi proceso de crecimiento. También puse ante mí ciertas cartas que mandé a mis padres, amigos, familia.

De todo esto saco algunos puntos:

Entré enamorado al seminario.
Estaba ahí para responder a un llamado que sentía que Dios me hacía.
Estaba ahí para ser feliz... hubo momentos en que me sentí feliz. Mientras estuve en Celaya.
Aprendí que Dios es amor... más allá del discurso.
La comunidad fue un punto difícil de vivir. Mi afectividad no era plena.
Descubrí un gusto por la enseñanza, gusto por estar en el ambiente escolar.
Creía que el único lugar para responder a Dios era el seminario. Me negaba otras opciones.

En mis momentos de crisis, escribía a mis amigos en Oaxaca.
En los momentos en que me sentía feliz, a mis papás y a mis amigos.

Dos ocasiones le dije a Adriana que la amaba de forma distinta. Para luego buscarla como novia.
"no se puede dar marcha atrás"... esa frase en una carta me llama la atención. Creo que es una trampa que me puse a mí mismo. Ya la vi, necesito trabajar con eso.

En un histograma Caro aparece dos veces; Adriana, cuatro; Oscar, Betsy y Julio, una.
en el mismo gráfico, mi proceso presenta vaivenes, normal... soy un hombre.

A las pocas semanas de entrar tuve una crisis. Mi comunidad. Cada vez que había crisis era por el lado afectivo de la comunidad.
Hubo experiencias que me hicieron sentir aceptado en la escuela pía; traté de hacer mío ese grupo, formar parte y adaptarme. Sin embargo, no funcionó. Al final, no era yo mismo ahí; me estaba negando a mí mismo, eso causaba una carga fuerte de presión interior, que se reflejaba en mi ojo.
Tuve miedo de profesar, entré al juniorato con temores ... que después se hicieron realidad.

Adriana era un refugio para mí, un espacio donde sentirme siempre aceptado, amado, valorado, seguro, feliz, tranquilo. Mientras estaba con ella, las ausencias de afecto se veían colmadas. Cuando no estaba con ella había dos cosas entremezcladas en mi interior: por un lado, la extrañaba en la soledad de mis noches; por otro, me sentía culpable porque "traicionaba" a Dios.

Creo que me acusaba de traición, porque para mí estar con Adriana significaba no ser fiel al sueño que yo me había hecho de "seminarista". Hoy entiendo que todo formaba parte de un proceso. Uno solo. No había bifurcaciones, a pesar de que yo las veía.

Creo que mi fallo -si es un fallo- fue no terminar el año. Encontré una respuesta: no soy feliz aquí, no puedo estar aquí. Entonces, ¿para qué seguir aquí? Y apresuré algo que ya estaba decidido. Por esa forma tan precipitada de terminar mi tiempo en el seminario, arrastro hasta hoy la última parte de este proceso.

El tiempo que pasé en la Escuela Pía me sirvió para madurar muchas cosas. Fue una cápsula para crecer. Pero llegó el momento en que no cupe en la cápsula, entendí entonces que yo necesitaba otra cosa, otro lugar para continuar mi proceso.

La frase de "la alianza que hiciste en Celaya no caducará jamás" forma parte de un engaño que yo hice al no comprender bien lo que Rodolfo quiso decir. En realidad mi alianza data de tiempos más antiguos, porque mi relación con Dios nació mucho tiempo atrás.

Una cosa es el compromiso con la Escuela Pía y otra cosa es la Alianza con Dios. Para mí fueron una misma cosa por mucho tiempo. Hoy he comprendido que no es así. El compromiso con la Escuela Pía terminó cuando decidí que ya no iba a seguir viviendo en el juniorato. La Alianza de amor, en cambio, no está supeditada a lugares, actividades, etc. Esto va más allá...

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Pues sí, sigo en el proceso. El martes que viene tendré otra entrevista con Nacho. Este asunto es sano, cuesta trabajo, duele la cabeza de leer y pensar, meditar y descubrir, rumiar... Buenos recuerdos, vistos desde otra perspectiva. Le levanté el veto a varios escritos y ha sido bueno, son vetas riquísimas. Ahí la llevo.

Ora por mí, querido lector, lo necesito.

1 comentario:

  1. Hermanote, los que lo entendemos y le queremos oramos por usted, claro que ahí la lleva, usted es chingon (nomas que se le olvida una vez al día).
    Me gusta ese compromiso tan grande e inagotable que es el de Dios, lo demás se podra olvidar, cancelar, suprimir, pero con Dios es para siempre. Hay otras cositas que charlaremos en la próxima junta de viejos lobos de mar (así le he llamado).

    Saludos y mis oraciones hacia su persona y ser.

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