22 septiembre 2006

Luces y sombras

En mi corazón hay una revolución esta noche. Demasiados pensamientos para ser tenidos por una sola mente, demasiadas dudas para resolverlas solo. Demadiados errores para cargarllos una sola persona. Demasiada dicha para ser verdad. No digo demasiada confusión, ni contradicción, pues ambas forman parte de mi propia naturaleza.

Me dirás, querido lector, ¿qué tanto se trae este cuate? ¿Habrá perdido por fin la razón, o se habrá dado cuenta de que lo hizo antes de volver a empezar donde acabó? Pues déjame contestar que si poner el corazón al fuego de un amor que nos impulsa es locura, mi razón se ha evaporado. Tiene nombre, aunque poco llega a importar un nombre cuando lo que se ama es a la mujer que lo porta e ilumina algo de mi grisáceo panorama. Tiene edad, aunque poco pienso en ello, porque es mujeres antiguas y nuevas en una sola estampa. Tiene una voz que cautiva en su contenido y su sonido. Ella es, simplemente, ELLA.

Una vez leído esto, tendrás razón de inquirir: Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Serás acaso tan ciego para no disfrutar de la oportunidad que la vida te presenta? Pues respondo que no. El punto de mis dudas y confusión radica en JME. No estoy muy seguro esta noche de si estamos haciendo bien, de si nuestro rumbo es el que Dios nos pide. Me parece que cada vez somos más superficiales, menos espirituales. Me pareció que nos reunimos por nomás, que nuestra intención no es tan profunda, que nos buscamos unos amigos, un grupo social, una "bolita". Que después de un tiempo nos perdemos en las mismas vanalidades. Esto me duele profundamente y me ha puesto en jaque.

Hoy he cuesionado mi permanencia en el grupo. ¿Qué ofrezco? (No hay respuesta) Mañana será otro día y entenderé por qué el Señor ha puesto esta dura duda en mi interior. O si es simplemente una cortina de humo que se proyecta en las sombras de mi propia inseguridad. Hay algo que no termina de estar bien. Es todo.

El error, no haberlo hablado con aquellos que comparten el barco conmigo. Debo reconocer que aún puede en mí la soberbia y hoy el desánimo me corrompió hasta los huesos. El error, no hablarle por teléfono al notar su ausencia. Y hay más... sólo que no quiero escribirlos por ahora.

Y, finalmente. En este momento tengo dos mensajes en mi buzón del celular. Son suyos. Ella. A final de cuentas hay algo que me hace palpar la misericordia de mi Señor. La piedad que tiene de mí y que no me abandona. Me salva aún con todas las sombras que porto. La única luz proviene de él.

1 comentario:

  1. HOY, COMO TODOS LOS DIAS SUS ESCRITOS TAN SIGNIFICATIVOS, ESTA DE MENOS LO QUE DIGA, COMO LA FRASE DE LOS TABAKILLOS KE TANTO AGRADAN, "TODO ESTA DICHO".
    DIOS LO BENDIGA HERMANO...

    ResponderBorrar