09 mayo 2008

Proceso

Estaba sentado en el Quad, mientras el sol se desparramaba desvergonzadamente como presumiendo un fulgor que nos negó durante el invierno. Mis pensamientos estaban particularmente desordenados aquella mañana, mientras mis manos jugueteaban con las cuerdas de mi guitarra, a la sombra del árbol en el que se apoyaba mi espalda. Entonces escuché un grito que me pareció familiar, porque después de un tiempo las voces tienen algo más que sonidos huecos. Charlie y Pablo bajaban por el sendero que lleva a la cafetería. Venían de comer y los acompañaban sus respectivas novias. Se avinieron a donde estaba y nos saludamos. No dijimos mucho, de hecho me había instalado en ese punto del amplio espacio cubierto de pasto para no ser molestado, para poner en orden mis ideas. No tenía idea de qué estaba buscando, pero estaba seguro que lo sabría en cuanto mis pensamientos tuvieran al menos un orden primitivo. Y así, después de saludar a mis amigos volví a sumirme en el ensimismamiento que me caracteriza. Un pequeño sonsonete me llegó a la cabeza y seguí jugando con él hasta que mi guitarra lo encontró. 

Pasando por varios puntos, rompí mi propio silencio con los acordes sencillos que parecían tomar forma a medida que avanzaba la tonada por mi cabeza. No tenía nombre, letra, nada... sólo el sonido casi rítmico que mi guitarra le iba poniendo, como herrero en la forja. Me sentí inquieto, rompí la tonada y la volví a reconstruir en la mente, luego la guitarra volvió a su trabajo moldeador hasta que lo que oí me dejó satisfecho. El sol seguí cayendo, pero ahora era una distracción. Me levanté, agarré mi funda, mi guitarra y la melodía que llevaba en la cabeza y me fui al CIP para saludar a Heather y seguir hasta donde esa tonada me llevara.

Mis pies me llevaron al CIP, donde saludé a mi madre anfitriona. Luego me senté... tarareé la canción y seguí buscándola en mi guitarra. Más arriba, más abajo... un dedo aquí y un rasgueo allá, hasta que sonara a Bob Dylan. Luego le di mi toque y dejó de sonar a música de los 60. Me siguió pareciendo algo más o menos agradable, tanto como para atreverme a poner unas palabras sobre el tarareo, para incluso escribir esas palabras y probarlas con la guitarra cantando su propia canción.

De este modo me encontró un coro que no me esperaba, pero que saltó como por arte de magia y me colocó delante de la siguiente estrofa. Mis pensamientos comenzaron a ordenarse entonces y volví a sentirme enchufado con el mundo. Todas las experiencias leídas en los últimos días, las aventuras de los compañeros de camino, los dichos y hechos de aquellos que llamo amigos ahora: todo cobró sentido y tomó su lugar en mi firmamento.

Con estas constelaciones recién descubiertas, para rematar el remedo de metáfora astronómica, se armó una canción. Es sencilla, bastante simplona, pero creo que puede ser cantada, incluso podría cantarse en la "Noche del Mundo", que es una especie de evento que reúne bailes y danzas de muchas partes del mundo, montadas por los mismos alumnos de la escuela. Por lo pronto las palabras están unidas, esperando su lectura.

Si la cantamos.... habrá video, si hay video, estará en YouTube, y el link aparecerá. De otra forma... pues la cantaré con quienes quieran y haré un video de igual forma.

1 comentario:

  1. ardilla y mapache !! >.<"!!

    deberias de escribir una cancion sobre eso xP!!

    n.n"

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