22 enero 2007

Lectio Brevis

El mayor reto de un escribiente es una hoja en blanco. Muchas veces faltan ideas u orden en nuestros pensamientos, lo que dificulta la expresión. En esos casos, lo mejor es simplemente dejar que la cabeza fluya y suelte las ideas que tenga cerca, aunque no exista una aparente coherencia entre ellas. Luego, cuando hayamos vaciado nuestra caja, el cerebro irá descifrando, o inventando el orden de los pensamientos en apariencia tan inconexos.


La frase “no sé cómo decirlo” es muy frecuente en nuestra habla común. La expresión de un cúmulo de ideas, pujando por salir todas a una, es muy complicada. La escritura puede ser muy útil en estos casos. Imagina que abres la llave y dejas salir, sin filtros, las abstracciones de tu mente. Una a una las escribes, sin intentar conectarlas. Cuando tú crees que todo ha salido, es tiempo de continuar.


El proceso de ensamblado toma tiempo. Primero, hay que decidir cuál será la idea principal. Teniendo una categoría, podemos buscar ideas que se le subordinen. Después, señalamos temas afines que podrían incluirse. Para realizar esta organización es bueno tener paciencia. No siempre las relaciones son tan claras y, en ocasiones, más ideas vienen a nuestra mente. Podemos aprovecharlas si las ideas primarias no guardan mucha relación. Hay que tener cuidado de no volver a la etapa anterior, el objetivo aquí es armar el esqueleto del texto.


Una vez que le esqueleto está armado, hacemos el borrador. Es recomendable que éste discurra con la mayor naturalidad posible. Nosotros no deberíamos escribir como hablamos, pero éste sería un buen comienzo (accesible) para los escribientes. El bosquejo estará desarrollado, así, en un nivel primitivo. Tal vez no nos gustará o lo consideraremos incompleto. Conviene recordar que sin Prehistoria no estaríamos aquí.


Leer en voz alta mi borrador me ha resultado muy útil. Ayuda para el léxico y la puntuación. Debemos aclarar nuestras intenciones por las palaras y las pausas de nuestro discurso. Desarrollar un estilo es un proceso lento, pero con paciencia y constancia se logran resultados muy interesantes y valiosos.


Una vez terminado el borrador, tendremos algo suficientemente sólido para publicar. Sólido no significa perfecto. No hay escrito perfecto. Dice el GABO que él no lee sus libros una vez publicados porque querría perfeccionarlos. Es importante, pues, tener el valor de publicar un vez de quedarnos revisando a perpetuidad.


En conclusión, yo concibo así el proceso de escritura cuando tengo el tiempo. Sin embargo, reconozco que no todos mis textos han seguido esta veta. Éste descrito aquí es solamente un plan emergente: “Rómpase en caso de falta de musa”.


Ojalá sea útil y les guste. Sugerencias y reclamos más abajo.

Un abrazo fraterno.

3 comentarios:

  1. Muy interesante el plan de emergencia, en caso de que las musas se hayan tomado sus justas vacaciones al caribe...

    Escribir siempre es un proceso complejo (hablar también, al menos para mí) y se han dado planes y recomendaciones de los grandes escritores de los más variados tipos, pero al final, ante el desafío de la pantalla en blanco y el insistente y titilante cursor del word, uno solo termina haciéndole caso a la cabeza o al corazón, depende de cual domine a cada uno.

    Pero es buenísimo que te hayas trazado un plan por lo menos. Por lo menos ya vas a saber qué camino tomar cuando el atascamiento amenaza.

    Saludos!

    PD: Qué sabés de Lía? Hace muchísimo que no la veo x acá y su blog está más abandonado que el mío.

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  2. Saludos Otto... acá estamos.

    Un abrazo fraterno..
    pasé a saludar!

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  3. Ahora comprendo mejor las cosas.
    Poco a poco entro más en esto que tanto me complicaba la existencia hermanote :D.
    Seguire luchando y veremos los resultados, que como siempre son magnificos.
    Saludos hermanote. Saludos a Nix de Elpidia

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