12 junio 2012

Chorrito

El P. Antonio Torrente Viver Sch. P. vivió haciendo el bien.

Hoy se ha ido a la casa del Padre uno de los mayores mentores que haya tenido en esta mi corta vida. El P. Torrente, o como él se llamaba: "Chorrito", nos hizo tanto bien porque dejó que el Señor actuara en su vida. Su entrega, su pasión, su dedicación, su ejemplo y desgaste nos dejó un gran modelo a los escolapios que sucedemos a Chorrito entre nuestros hermanos. 

Siempre tuvo la energía para seguir adelante. A pesar de las limitaciones que encontraba a su paso, el Señor nunca le dejó solo y esa confianza, esa certeza lo acompañó todos los días de su vida. De él recordaré cinco cosas: su espera del encuentro con Dios en plenitud –así vivió sus últimos años– su clase de Latín, en la que nos llevaba en el tiempo a Irache con sus historias, su cariñosa reprimenda: "pendejitos" cuando alguna cosa podría mejorar, sus rachas en el "no te enojes" cuando nos ganaba a todos antes del toque para completas, y sobre todo la Semana Santa más intensa, más viva, más íntima que haya vivido. 

Sus escritos, sus consejos, su charla en los pasillos o el comedor, la sonrisa y la voz cansada que a veces era indescifrable... Cada uno de quienes tuvimos el privilegio de vivir a su lado por un pequeño tiempo guardará algo suyo. Así pasa con quienes se entregan por completo a Dios y permiten que Él irrumpa en sus vidas, los cambie por completo y les otorgue una tierra nueva y –ahora– unos cielos nuevos. Estoy seguro que Torrente estará sonriente, con un encuentro tan añorado y por fin vivido. 

Digo con mis hermanos, siguiendo el ejemplo del mismo P. Chorrito: ¡Aleluya, resucitó!

Guarda a tu Escuela Pía desde el cielo, salúdanos a Cristo y a Calasanz. ¡Visca Torrent!

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