24 abril 2011

Madrugada

Nada como escribir en medio del silencio de la noche aderezado por la música de Bach. Hacía mucho tiempo que no me daba el momento para hacerlo. Será que andaba ocupado en otras cosas mientras la vida seguía su curso sin esperar por nadie –ni por mí.


Estuve rebuscando algunos temas para el siguiente post, uno que confirmara que seguía con esto aunque el propósito inicial tal vez ya no contaba. (No cuando estás a miles de años luz) Pero definitivamente quería seguir, por ver si tal vez lo que comenzó de un modo podría llevarnos siempre a un mundo donde la vida era más sencilla, donde las letras se quedan congeladas para poderlas revisar después, con calma, con gusto, como se visita un amigo lejano, o se saborea un vino maduro, afrutado… En fin, que después de mucho ir y venir de dedos y borradores: no me decidí por ninguno. Ja. Mi ingenio está simplemente embotado en los últimos días. Bueno, estaba: ayudé a Óscar a mudarse y eso me ayudó a comenzar un post que, por un mal servicio de internet, acabó en el olvido. Ah, pero recordemos que la musa había –efímeramente– regresado. 


En aquel texto había pensado hablar de los ciclos que vamos cumpliendo en nuestra existencia y de cómo ellos son la mejor preparación para los que vamos a vivir. Como estar en una eterna escuela, la vida, donde los conocimientos se derivan de la propia experiencia en un mundo a la vez tierno y cruel. Estoy plenamente convencido de que la historia, toda historia está dividida en pequeños ciclos que, como engranes, se van manifestando y explicando mutuamente. Hasta me atrevo a soñar que mis engranes forman parte de un sistema en extremo complicado que jamás entenderé, pero atisbo. Nuestra cotidianidad es, pues, aquello de donde venimos y para donde vamos. 

Πάντα Ρει

Romper con el ciclo implica, por fuerza, una renuncia. Sí, la aventura que nos aguarda es realmente emocionante. (debe serlo para llevarnos a abandonar aquello que ya conocemos) Siempre, no obstante, queda un átimo de duda y miedo. Tenemos que abandonarlos para seguir creciendo, para equivocarnos lo suficiente hasta aprender la lección que la vida nos presenta. Cada nuevo ciclo es una gran lección que, la mayor parte del tiempo, se divide en diminutas jornadas. Al vivirlo, no nos damos cuenta y no es sino hasta pasado un poco de tiempo (el fuego lento que revela todo) que podemos desentramar nuestra historia. Reconciliarnos con cada decisión que hemos tomado y ser felices por quienes somos y lo que nos hemos convertido. 

Estoy seguro que en la vida de todos hemos vivido uno o más episodios de reconciliación. Conforme pasa el tiempo, vamos comprendiendo mejor quienes somos por como fuimos. Algunos seguimos soñando que así podremos un día saber para dónde vamos exactamente. Aunque no siempre Sus caminos son nuestros caminos, o nuestro pensamientos se asemejan a los Suyos. Cada etapa de la vida se va cerrando con un pequeño momento de repasar la historia propia y mirarla con la misma emoción con que Óscar veía la casa que lo vio crecer por 25 años. Me alegra que vaya creciendo y que Él lo considere listo para el siguiente gran reto. 

ευχαριστώ φίλε

Y además, en estos días participé de un Triduo Pascual muy especial. Tocando ya con los chavos de mi fraccionamiento, quienes son un grupo muy variopinto, y participando de las celebraciones presididas por un padre escolapio. "No me cabe duda," le dije a mi madre, "que no conozco un solo escolapio que no vibre al celebrar la Pascua." Hoy me sucedió al estar en la misa. De pronto sentí una gran armonía, una paz que me recorría el cuerpo. No hay duda de que la religión nos acerca, pero es Dios quien nos da el último jalón para llegar a Él. Nada hay en ese paso final sino su Gracia. La Pascua es una celebración donde la Gracia de Dios se manifiesta de modo muy especial. ¡Estoy contento!

Ο θεός προσέχω

Te preguntarás, querido lector, qué hay de las palabras en griego escritas por aquí y por allá. Pues bien. He visto una película en esta noche de insomnio que me dejó encantado. "Πολιτικη Κοθζινη" (Una pizca de canela) es una película griega que nos guía por la comida y como la vida es una gran comida, con entradas (οι μεζέδες) platos fuertes (τα κύπια πιατα) y postres (γλυκό) Por supuesto, cada uno tiene su riqueza, su razón, su forma de encajar en el curso de la comida –o, en este caso, la vida misma. 

Así lo dejamos por ahora. Son las seis de la mañana y me comencé este texto a las 4:20. Tengo hambre. Quizás me haga algo de comer, algo con un toque de canela. ☺


No hay comentarios.:

Publicar un comentario