28 noviembre 2007

¿eh?

Sueño con otros montes y más distancias. Mis caminos se rompen dentro de sí mismos hasta que detrás de las historias que me definen se descubre aquella que es la única para mí. Todo es borroso, y no es sólo este ojo que se resiste a sanar y mis desvelos acumulados después de tanto no hacer nada, sino también una confusión que asiste mis días en contemplación de lo no-hecho, no-dicho y no-pensado. Todo es completamente nuevo.

No hay palomas a la vista, ningún ave me asiste. El cuervo de Elías sólo aparece en los libros y me siento desolado en medio de un huracán al que no sé, nunca supe, cómo enfrentar. Sé que no estoy indefenso y, sin embargo, no puedo pensar en un plan... estoy maniatado. Así me siento.

Ah, claro, los exámenes: ésos son mañana. No tengo la más remota idea... no es la primera vez y no será la última. Atribulado como estoy no tengo excusa, empero debo rectificar mi anterior enunciado. Existen ideas remotas, el problema se llama concatenación. Sí, estoy perdido con el mapa en las manos. Mañana será otro día y todo funcionará como debe. Saldrá bien porque el Señor no deja solos a los que se confían... (Oh, cierto, era "a los que se confían de él". Ouch, ahora es tarde)

A soñar que no tronamos. O durmamos al menos mientras la nieve se aparece graciosa y sutil: pertinaz y cambiante. Sí, ahí está mi excusa: hay nieve, por tanto estoy en blanco. Bendito silogismo sencillo e incorrecto.

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