23 agosto 2015

Daniel Rabinovich

Daniel Rabinovich fue el primero de ellos que escuché. Me lo presentó Pablo Bayas, una tarde noche cuando el estrés se iba acumulando en nuestras espaldas y la risa que me regaló consiguió maravillas. Después de escuchar el monólogo en que despepita lo que puede con lo que lee, descubrí que era capaz de una serie aún mayor de actos, números, chascarrillos, canciones y gestos, capaces de arrebatar al menos una sonrisa al más recatado observador. Me quedo con las ganas de verle, por supuesto, en vivo. Pero todo cuanto he visto, desde sus inicios hasta hace poco, a los 71, me lleva a sentirme agradecido. ¡Que viva Les Luthiers! ¡Dios te bendiga, Daniel! 


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