11 julio 2012

Pensando...

Muchas cosas me han dejado pensando en los últimos días. Mensajes recibidos y deudas pendientes en su mayoría, pero también he visto y oído palabras importantes que necesitan ser ordenadas. La más importante es DISCERNIMIENTO. El término salió en las conversaciones con mi madrina de confirmación y mi tía Concepción. 
Al mirar atrás y ver el camino recorrido en este año, reflexiono cómo ha cambiado mi vida en los últimos meses. Con todo y los accidentes y baches que este proceso ha tenido, los errores que he cometido a mi pesar y que me mostraron los límites de mis juicios y mis ideas -mi inmadurez- he podido descubrir lo que Dios me pide que haga con mi vida. 
Tal vez suene un poco extraño, pero hasta este momento me pega con toda su intensidad la palabra por sí misma: separar, golpear para separar. Cernir implica separar las impurezas y quedarse con lo valioso: distinguir qué queremos en nuestra vida y qué no. 
Mas para vivir el discernimiento me faltaba que alguien me dijera que estoy cometiendo un error. Creo que el Señor también ha puesto a alguien en mi camino para llevar esta función. Con dolor reconozco el daño que le he hecho y con gratitud reconozco lo importante que ha sido en este caminar. Tengo Fe que Dios proveerá para su vida y su propio encuentro con Él, aunque en este momento no pueda percibirlo con claridad. 
He distinguido, pues, que aunque mis sentimientos se confundan a veces, o haya palabras que me turben un día o dos (o tal vez más) y que a pesar de las personas que me dicen lo equivocado que estoy (según ellos) SÉ que Dios me quiere gastando la vida en la Escuela Pía. Mi corazón no ha dejado de latir con ese deseo, pero hoy reconozco que no he sido yo quien ha buscado, sino mi Padre quien ha plantado esa semilla en este duro pedregal. 
¿Quién soy? ¿Qué quieres de mí, Señor? Siguen siendo las preguntas a responder. Ahora acepto que siempre lo serán, que de algún modo la vida nos pone frente a aquello que debemos hacer y que siempre pedirá de nosotros una decisión. La decisión es el precio que tenemos que pagar por vivir. El riesgo sin el que la vida carece de sentido. ¿Para qué quieres la vida si no la gastas por Quién te la ha entregado? Es una pregunta dura que me impulsa a tomar este paso. 
Ya he visto lo que es intentar seguir por mis caminos. Me traté de convencer de cómo era la vida conmigo al timón, y que era buena, que todo saldría bien porque Dios estaría conmigo. Dios nunca me ha dejado. Con paciencia me mostró –a veces contra mi voluntad, a pesar de mi ceguera o mi cansancio– el brillo que mi alma tiene cuando habla de Él, el hueco en el estómago al pensar en Él, la expansión y el calor en el pecho cuando estoy cerca suyo, la sonrisa que se vive cuando estoy entre mis hermanos. Así, me sedujo y me llevó por caminos que sólo Él conoce... Misterio insondable.
Parto sin idealizar la vida religiosa, sin fanatismos o supercherías perfeccionistas... Creo que he sido llamado por un Amor que me rebasa, que me abrasa y que siempre ha estado aquí conmigo –en la brillantez de mi disposición y en la oscuridad de mi cobardía– Espero todo de ese mismo Amor porque su Promesa está firme –no por méritos míos– Y Amo ese Amor con las limitaciones propias de mi simpleza, de mi inmadurez. 
Ya estuvo bueno de "buenas intenciones" solamente. Ahora hay que responder. 

-en todo eso he estado pensando...

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