Ser maestro requiere una vocación. El trabajo que requiere es extenuante la mayor parte del tiempo y en ocasiones no existe una recompensa romántica. La fabulosa idea del maestro que es amado por todos sus alumnos al final del ciclo escolar, como pregonan varias películas, es bastante lejana a la realidad. No porque un maestro no pueda lograrlo, ni porque los alumnos sean incapaces de sentir afecto por su mentor, sino porque los grupos son tan extensos que una interacción rica es difícil de establecer.
Además, hay una especie de abnegación en la labor docente. Ponerse en el lugar de los alumnos puede de pronto llevar a negarnos a nosotros mismos. No en un sentido negativo, claro está, sino en esta idea del sacrificio útil que facilita el proceso de enseñanza-aprendizaje. Hacer cuanto sea posible.
Y aún con todo... yo quiero ser maestro.
Voy por buen camino en la escuela, según parece. La materia que menos puntaje tenía está subiendo, reflejo de la mayor conciencia que tengo de los objetivos a cumplir. De pronto nuestro sistema educativo se basa en una sucesión de competencias a vencer, responsabilidades que cumplir, tareas que cubrir y entregar para su escrutinio. El verdadero valor del aprendizaje no puede ser numerado, definido por un crudo y simple dígito.
Lo comprendí después de ir en sexto de primaria, cuando supe que había personas con una calidad académica superior a la mía y no eran tratadas como correspondía. Zuggeis es la primera de ellas, la mejor. Ahora es arquitecta y trabaja, nos volvimos a ver después de un largo tiempo de no hacerlo. Lo más peculiar es que nacimos el mismo día, del mismo mes, del mismo año.
Mi madre hizo la primera pregunta de varias que me esperan en estos días. ¿Qué quieres para el 23? Aún no sé que responderle, no porque no sepa lo que quiero, sino porque debo ordenar mis prioridades y tener en cuenta la situación por la que atravesamos. Además, de pronto me parece que no necesito nada, que soy realmente afortunado por los compañeros de viaje que el Padre ha puesto a mi lado.
Soy muy nervioso. No puedo estarme quieto, con la mente en blanco, o sin un proyecto entre manos. De repente estoy cavilando en un soliloquio y alguien me pregunta algo, soy capaz de responder sin abandonar mi mónada... que increíblemente sangrón. La soberbia me pierde muchas veces. Otras, mi gran bocota -o mis dedos- porque no puedo limitar lo que digo, sale de mi corazón y punto. Aprendí un día que lo mejor es seguir al espíritu y dejar que su guía nos conduzca por un doloroso camino de evolución, que asosegarnos a la sombra de un huizache que tarde o temprano arderá para dejarnos desnudos ante un paraje yermo que no sembramos. Dichosos aquellos que viven en la autenticidad... espero alcanzarlos un día.
Además, hay una especie de abnegación en la labor docente. Ponerse en el lugar de los alumnos puede de pronto llevar a negarnos a nosotros mismos. No en un sentido negativo, claro está, sino en esta idea del sacrificio útil que facilita el proceso de enseñanza-aprendizaje. Hacer cuanto sea posible.
Y aún con todo... yo quiero ser maestro.
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Voy por buen camino en la escuela, según parece. La materia que menos puntaje tenía está subiendo, reflejo de la mayor conciencia que tengo de los objetivos a cumplir. De pronto nuestro sistema educativo se basa en una sucesión de competencias a vencer, responsabilidades que cumplir, tareas que cubrir y entregar para su escrutinio. El verdadero valor del aprendizaje no puede ser numerado, definido por un crudo y simple dígito.
Lo comprendí después de ir en sexto de primaria, cuando supe que había personas con una calidad académica superior a la mía y no eran tratadas como correspondía. Zuggeis es la primera de ellas, la mejor. Ahora es arquitecta y trabaja, nos volvimos a ver después de un largo tiempo de no hacerlo. Lo más peculiar es que nacimos el mismo día, del mismo mes, del mismo año.
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Mi madre hizo la primera pregunta de varias que me esperan en estos días. ¿Qué quieres para el 23? Aún no sé que responderle, no porque no sepa lo que quiero, sino porque debo ordenar mis prioridades y tener en cuenta la situación por la que atravesamos. Además, de pronto me parece que no necesito nada, que soy realmente afortunado por los compañeros de viaje que el Padre ha puesto a mi lado.
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Soy muy nervioso. No puedo estarme quieto, con la mente en blanco, o sin un proyecto entre manos. De repente estoy cavilando en un soliloquio y alguien me pregunta algo, soy capaz de responder sin abandonar mi mónada... que increíblemente sangrón. La soberbia me pierde muchas veces. Otras, mi gran bocota -o mis dedos- porque no puedo limitar lo que digo, sale de mi corazón y punto. Aprendí un día que lo mejor es seguir al espíritu y dejar que su guía nos conduzca por un doloroso camino de evolución, que asosegarnos a la sombra de un huizache que tarde o temprano arderá para dejarnos desnudos ante un paraje yermo que no sembramos. Dichosos aquellos que viven en la autenticidad... espero alcanzarlos un día.
Y ya, suficientes divagaciones por esta noche... comentad sobre lo que queráis.
Estoy de acuerdo con tu comentario hacerca del aprendizaje, que este no puede ser numerado, simplemente porque el verdadero saber no se memoriza, sino se adquiere con el tiempo, con la experiencia, con el razonamiento. De nada sirve aprenderte todo de memoria si no sabes integrarlo y peor aun, si no sabes como llevarlo a cabo.
ResponderBorrarSaludos
Con que fan convenciera del Santos ehhh!!!!! Dejáme te recuerdo que mi familia es de la Laguna... y tengo que irle... Además yo también le voy al Pumas... Dijo orgullosamente universitaria... Bueno un dia lo fui verdad? Pero bueno...
ResponderBorrarEspero verte pronto en el msn y lo principal que te acuerdes de las amigas... Y conteste a los mensajes...
YO UNA VEZ LE DIJE A MI PROFE DE INGLE YO NUNCA VOY A SER MAETRA...
ResponderBorrarES UNA GRAN PROFESION UN GRAN DON PODER ENSE☼AR Y ES LA PROFESION MAS DIFICIL DEL MUNDO/////
Y LA MAS IMPORTANTE
n_n... SUERTE
DE ÁNGELES
ResponderBorrarBueno, perdona si lo que plasme en este momento sea poco coherente, la causa es, estoy cansadita por que ya es fin de semana, jejeje, pero para no ser de las personas que aparecen y abandonan el blog jejeje, aquellos que no son constantes... Constancia jejeje, qué decir, le debo muchas cosas a aquellas personas que sabes cómo compartir sus conocimientos, es decir, mis maestros, muchos dicen que son como sus padres, otros que son como sus amigos, también había pensado en ésto, pero a decir verdad los maestros, no se encuentran, ni en la familia, ni en los amigos, sino tienen su lugar muy especial dentro de nuestros sentimientos y pensamientos, se les quiere por ser flexibles (por ser lindos con nosotros); y se les quiere por ser exigentes, pues se interesan por nuestro aprendizaje, pero por sobre todo se les quiere por no abandonarnos a nuestra suerte aún cuando llevemos tres clases viendo el mismo tema, pues la mayoría de los alumnos no le entiende, (un ejemplo de mi vida, como se puede notar), aunque puede llegar a ser obligación suya pero la forma en que explican las cosas, o tienen paciencia... bueno, he exprimido mi inspiración, cuídate y sigue publicando cosas linda... Se te quiere
Acuayac:
ResponderBorrarCierto es que nuestro aprendizaje no puede ser contabiliado en dígitos. Me parece lo que dices sobre la integración. Sólo cuando somos capaces de llevar a la práxis aquello que hemos aprendido, podemos decir que lo hemos hecho.
Andie:
¿quién dijo que eras convenenciera? Exijo una explicación.
Una disculpa de mi parte, a veces sólo enciendo la computadora pero no estoy, por eso no contesto tus mensajes. Ya ves, el despiste.
ASSILEM
Lo mismo llegué a decir alguna vez sobre la profesión a la que ahora me preparo a ejercer. Y ya ves... aquí estoy.
Gracias por tus buenas vibras.
Ángeles
Maestro no es sólo el que está al frente. Es más, hay quien está frente a grupo sin merecer el título con el que los alumnos lo llaman. En fin...
Un abrazo fraterno. Muchas gracias