acordes de guitarra, vestigios de pieles antiguas, olor al pasado en la expectativa de la novedad del futuro, agradecer, sonreír, saludar, entregar lo mejor para el final -tal vez- Con un hueco grande en mi pecho, la bolsa llena de esperanza y el reto de abandonarme todo a Aquel por Quien yo soy... así voy viviendo la vigilia previa al viaje que comenzará una aventura nueva.
nada es tan intenso como justo antes de despedirse de ello. Hoy me voy agradecido con quienes compartieron el camino junto a mí por una u otra razón. Lamento que no haya dicho mucho, que a algunos simplemente no lo haya comentado para nada o que haya soltado la noticia a boca de jarro. (Será que esta vez el Señor me salió así al paso, sin movimientos previos o algún amistoso intercambio de golpes) Tampoco quería despedidas y esas cosas... hoy regreso como quien vuelve a casa y sabe que nada tendrá que temer.
estoy contento con aquello que pude brindar, aunque soy consciente que mis errores habrán engendrado dolores y agonías que nadie debió sufrir. Pido perdón por los arrebatos y las inconstancias de mi paso, los giros de mi rumbo y los planes que tuvieron que romperse porque mis sueños fueron distintos a los tuyos. Agradezco humildemente las alegrías y las pruebas que compartimos en el tejido que el Señor fue formando con nuestras vidas.
De JME me llevo un recuerdo grato. Un punto de encuentro donde podía ser yo mismo y dar algo que tenía para que alguien más se beneficiara. Dios los puso en mi camino para que supiera que mi vida se debe empeñar entre los que tienen hambre de Dios (aunque a veces no lo sepan) Las risas, los ensayos, la rebeldía, las altas esperanzas, la sincera noche de mayo cada año, la fidelidad en la prueba, su entrega y más que ahora escapa a mis dedos... Gracias.
De Maple salgo feliz porque pude crecer tanto profesional como personalmente. Tengo a muchos alumnos en mente que transformaron mi visión de la educación. De una labor a un apostolado. Así pude asumir la voluntad del Padre sobre el cómo estar entre quienes tienen hambre de Dios.
Mis amigos me ayudaron a crecer en la paciencia, la tolerancia, el equilibrio entre la soledad y el bullicio. Mis silencios y mis palabras espero hayan sido justos, apropiados y de ayuda siempre. Aceptarme como soy pasa por quienes me hay acompañado en el camino y han abierto el corazón a quien soy más que quien ellos esperan que sea. Ahí está el gran tesoro de la amistad. Un abrazo a quienes me devolvieron la fe en el cenobio.
A mi familia le debo mucho de quien soy ahora. NO hay palabras que describan nuestro proceso. Soy feliz con quienes ellos son y lo que representan en la Historia que el Señor me regala cada día.
Estoy vivo y agradecido por todos estos dones a lo largo de 8 años. Parto no sin dolor, pero parto feliz y lleno de esperanza en el mañana porque creo en un Dios que me ama y me infunde lo que necesito para vivir.
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