Nota del 11 de mayo
Las ideas vienen en tropel cuando cierro mis ojos. Fugaces imágenes de tiempos cercanos y remotos que se superponen y forman la primera barrera para el silencio.
Quisiera hacer silencio para escuchar Tu Voz, diáfana y profunda. Es tan difícil encontrarte en ocasiones cuando el bullicio parece poder más; y el dolor, la ansiedad, el miedo, la ira y la pasión siguen haciendo tanto ruido aquí dentro.
Estoy muy lejos de los místicos, pero los miro con ilusión. Con el anhelo de hallarme tan cerca que tu Amor solo sea a la vez refrigerio y hoguera donde vaciar mi vida. Lléname Tú, Señor, ven a mi corazón.
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Dentro de todo lo que pasaba por mi mente hace un mes, estaba la impactante relación de San Pompilio María Pirrotti que el P. Marco me había dado. A este santo le quemaba por dentro el amor de Dios. Su predicación era poderosa porque se abandonaba al Señor, por eso también lo persiguieron y varias veces fue expulsado; Dios lo fue cambiando, pero su personalidad, su forma de ser no la cambió. Más bien, reformó el actuar, refinó el amar y purificó la pasión a través del fuego de la prueba. Así, la vida de Pompilio se hizo lumbrera para mucha gente en la Italia del s. XVIII
Por todo lo que leí sobre él salió esa nota simple en mi libretita.
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