... nunca he sido perfecto y estoy muy lejos de serlo. Mi corazón está apegado a tantas cosas que no sé si podría renunciar de ser preciso. He llegado a tener un mundo hecho de pegotes y otras cosas que me gusta. A veces me imagino otros escenarios, realidades alternativas que de pronto se aparecen difusas –como entre sueños– y no sé cómo interpretarlas. Estar solo es abrir un millar de recuerdos. Estar solo es abrir lentamente los ojos a una realidad inesperada, a planes que no cuadran con la vida, a la respuesta de aquella pregunta fundamental planteada hace ya más de 7 años. Estar solo es volver al vórtice, a la tempestad que anuncia un Dios que está en camino, que interpela, que mueve los cimientos –frágiles y paupérrimos.
¿Son fantasmas? ¿Es un llamado real? ¿Mi vida debería cambiar? ¿Es muy tarde? ¿Qué quieres de mí? ¿Quiero responder? ¿Podré?
Las respuestas llegan a cuentagotas hasta que –supongo– tenga una idea clara, una chispa en el corazón que, como antaño, me convenza, me fortalezca, me alimente y haga posible la locura de seguir vivo y luchar en la trinchera que Él me indique. Mientras ese dorado momento se acerca, yo sigo aquí, entre la borrasca de la potencia sin acción.
Esto es más grande que yo. Necesito ayuda...
... tal vez si...
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