Que porqué no he escrito. Bien, pues porque no me he dado el tiempo. Hay veces en las que mi corazón quisiera escribir algo, pero no encuentro (más bien no lo procuro) el momento adecuado para sólo sentarme y dejar que las palabras sigan el curso que deben, en vez de quedarse atoradas días y hasta semanas enteras.
Hoy me quise dar ese tiempo, precisamente después de todo este rato en que han sido pocos los renglones que han aparecido en este sitio. El segundo trimestre sigue su marcha y vamos ya en la sexta de diez semanas. Mi trabajo es mucho, pero cada cosa tiene su tiempo y -aunque agobiado al incio- ha habido tiempo para todo. De pronto parece que el correr de los minutos es tan importante como lo fuera en el seminario. Con algunas diferencias, he tenido que volver a semejante disciplina para sobrevivir en este lugar.
Trabajar como Asistente de Maestro representa una gran oportunidad para practicar los conocmientos adquiridos en la carrera. A veces me siento nervioso estando frente a la clase, con los estudiantes pendientes de lo que digo; y yo con la responsabilidad de decir cosas de mi país, luego puede uno cometer cada disparate. Hay que tener cuidado. Este trimestre tengo que asistir a la profesora Valle, quien puede ser exigente, pero con un sentido humano muy especial, así que en realidad me siento a gusto con ella. Me ha puesto a trabajar sabroso, pero no me quejo, es lo que me gusta hacer y aprovecho para aprender lo más posible.
En cuanto a las clases, bueno... Mis clases van bien, creo yo. No es que hable tanto como lo hacía en el trimestre pasado, pero sigo participando. Me encantaría poder estar a la altura, a veces me parece que mi inglés "se atora" y no entiendo muy bien lo que pasa. En fin, tal vez sea el invierno y mi pequeño hamster que -de tanto oír al respecto- está formando un sindicato y amenaza con estallar una huelga. Espero que no lo haga.
Kalamazoo me ofreció una familia en este tiempo. Son gente hermosa que viene de distintos lugares, con antecedentes totalmente dispares a veces y que, por ende, tiende a chocar de vez en cuando. Me parece que es el caso algunas veces y por eso nos comenzamos a fragmentar. Conventículos y fracciones ya se han formado, pero yo ya pasé por eso y estoy curado de espanto. No pasa más que lo natural para un grupo de más de diez personas. Sigo alternando y departiendo con cada uno de los grupúsculos, y en ocasiones hasta nos unimos otra vez en una sola causa común. Es cosa de seguir bregando.
La nieve nos circunda, me siento a veces atrapado por ella, pero al mismo tiempo -paulatinamente- me he ido acostumbrando a su presencia. No tengo muchas ganas de tomarle fotografías porque la veo todos los días. "La sobreexposición al fenómeno desarrolla inmunidad", como dijo la Peque. Pronto, pronto pondré algunas fotos.
Hay otra experiencia especial en este trimestre. Me anoté como voluntario para asistir en las mañanas a la escuela primaria "Lincoln" y ha sido una experiencia reconfortante. Los niños son una de las más puras manifestaciones de Dios en el mundo. Con toda su incontrolable energía y el ímpetu que poseen. Hay algo en sus ojos que me anima un poco. Un chico que se llama Sebastián y que me recuerda mucho a Silvestre hace de mis martes y jueves una aventura. La Señora Cavanagh, la maestra, es un pan de Dios y hace una gran labor con los chicos. Para primavera pienso en la posibilidad de seguir yendo. Aun no sé.
Y así están las cosas por aquí. Hay sólo una cosa que no me gusta de mi situación actual, pero que tampoco es vital, esencial, ni indispensable: a veces sí me gustaría tener a alguien más cerca mío, como una compañerita o algo así. Bah, puras pretenciones. Luego mejor me acuerdo del dicho de mi padre y le concedo razón: "Dichoso yo... que soy soltero"
Cè'st la vie!