13 junio 2010

Revival

No me puedo quedar sin llegar a los 400, mi querido lector. Si después de eso decido cerrar este blog para abrir otro, o reformarlo nuevamente, o soñar que puedo volver a escribir todos los días, como antaño... no lo sé. Pero no puedo quedarme tan cerca de los 400 y darme por vencido.

Hace unos días estaba recordando a los compañeros que tuve durante mi estancia en Kalamazoo. En mi escritorio he puesto algunas fotos para alegrarme el día laboral (que a últimas fechas anda raro, mortecino, lánguido) De todos los que estuvimos metidos en el ajo por esas fechas he conservado el contacto con muy pocos. De Carlos, sé que está en Kalamazoo estudiando en la WMU. Pablo y Camille siguen juntos: él haciendo lo que puede por quedarse cuanto sea posible en Francia y ella con un trabajo, incorporada a eso que algunos gozan llamando PEA. Inés estaba en España la última vez que supe, pero iría a un internado para Naciones Unidas... o algo parecido. Clara estaba estudiando en Inglaterra. Mali estaba en Ecuador. Belén también en Ecuador, coqueteando con una oportunidad para laburar en la Argentina.

De todos los planes que tenía al llegar aquí, ninguno se ha cumplido. Hoy por hoy sigo en un estado muy peliagudo: porque me han salido cosas de fábula y ahora me encuentro sentado en un sillón con rueditas y un escritorio al lado de la directora, visto camisas mormonas para el trabajo y los papás me llaman "profesor" o "maestro" (hasta "disculpe"... con esta formalidad avasallante que nos cargamos en México) Estoy impávido ante el rumbo que -sin querer- ha tomado mi vida.

Trabajo-Casa-Trabajo-Casa-Cama... Y eso es todos los días. No es que no le encuentre el chiste, mira que aprendo cosas maravillosas cada día. Algunas para el camino más adelante. Otras (las más) para seguir atoreando esta vida un rato más. Soy un principiante que juega a ser administrador de una agencia de viajes disfrazada de escuela. Llegué con ganas de poner algunas cosas en práctica, pero me he dado cuenta de que "perro viejo no aprende truco nuevo" y he decidido ahorrarme los corajes, las rabietas y las luchas para cuando tenga mejores horizontes y espacios más maleables.

Mi destino se desdibuja (o adquiere una forma que me es ajena hasta hoy día) y mi corazón hay días en que se levanta atribulado, cansado, abatido, angustiado -incluso- Pero no claudico. Si algo me enseñó la experiencia final del seminario es que no debo claudicar por tres nubes y dos días malos. A veces es necesario sacrificarse un poco, sufrir algo para encontrar lo que debemos, lo que nos es preciso antes de continuar la jornada. Así, veo toda esta experiencia con ojos de fe. Algo saldrá... y algo vendrá tarde o temprano para mí. Entonces continuaré mi camino.

...

Qué será de nosotros...
Qué nos depara el futuro....
Qué hay de ti, querido lector... ¿dónde andas?

Clara Solano alguna vez me dijo: "crecer es traicionarnos a nosotros mismos poco a poco"
Mi nivel de traición anda alto... más de lo que quisiera.

-.-.-.
Detalles después

25 diciembre 2009

Navidad 2009

Hablando de la Navidad y del sermón que escuché en la misa del 24, me vienen a la mente algunas ideas sueltas que pueden funcionar para crear un post.

La vida a fin de cuentas sigue sin que le importe qué día es, o si es una fecha especial. El tiempo es un implacable verdugo que no se detiene ante nada ni nadie. Así que somos nosotros quienes le damos la importancia que queramos a las fechas, a los días, al tiempo en sí. Está entonces en nuestras manos el tipo de Navidad que tenemos, no en manos de nadie más. Y mira que estamos rodeados de mil y una influencias, pero a fin de cuentas la decisión queda en nuestro criterio (si tenemos alguno)

Aquí es donde nace la segunda idea suelta: si nosotros tenemos la decisión de darle importancia, ¿a qué le damos más importancia en estas fechas? Yo no consigo una respuesta aún. Más allá de las ideas hipócritas donde Santa Claus viene y nos cambia todo el panorama y nos vuelve "buenos" y "amorosos" con los que nos aman en un mundo rosa de orejas de ratón... Más allá de la publicidad que nos indica que tenemos que dar y recibir, que este tiempo es para reflexionar y adelgazar nuestras cuentas en el banco... Más allá de quienes quieren comprar un patético trozo de cariño vía un déficit en la cuenta o en la cartera... ¿Qué queremos esta Navidad? ¿Por qué adornamos y seguimos celebrando?

Mi madre tuvo una idea interesante esta tarde mientras comíamos. Las reuniones familiares en estas fechas son una experiencia catártica que conduce a la mejora de las relaciones entre las familias. Tengo un resentimiento que en cualquier día puede sonar inapropiado, pero dado este momento en especial, podemos desahogarnos y soltar lo que traemos dentro so pretexto de las reconciliaciones tan populares. Así, cada reunión familiar es, en realidad una bomba de afectividad en potencia, llena de recuerdos y de revelaciones... secretos a voces que se ponen sobre la mesa, junto al pavo y la sidra tradicionales.

¿Qué nos queda de cada Navidad? Cuando era niño todo era mucho más simple. Me quedaba algún juguete. Hoy... además del iPhone que me auto-regalé y una loción que mi madre tuvo a bien darme (una indirecta tal vez... ja ja ja) ¿Qué me quedó? Hoy lo sigo pensando.

Y a ti, querido lector... ¿qué te quedó esta Navidad?

Un abrazo navideño, de parte de Cometa, el reno de Santa Claus.
Y una muy feliz Navidad.