Un amante estuvo durante meses pretendiendo a su amada sin éxito sufriendo el otro padecimiento de verse rechazado. Al fin su amada accedió: «Acude a tal lugar a tal hora», le dijo.
Y allí, a la hora fijada, al fin se encontró el amante junto a su amada. Entones metió la mano en su bolso y sacó un fajo de cartas de amor que había escrito durante los últimos meses. Eran cartas apasionadas en las que expresaba su dolor y su ardiente deseo de experimentar los deleites del amor y la unión con ella. Y se puso a leérselas a su amada. Pasaron las horas y él seguía leyendo.
Por fin dijo la mujer: «¡¿Qué clase de estúpido eres?! Todas esas cartas hablan de mí y del deseo que tienes de mí. Pues bien, ahora me tienes junto a ti y no haces más que leer tus estúpidas cartas».